Lenguas de serpiente
A María siempre le habían dicho que tenía un nombre muy bonito; el día que la detuvieron la llamaron perra asquerosa.
Cuando se escuchó el primer chasquido rompiendo el siniestro silencio de aquel paraje de muerte, sintió que la boca se le llenaba de azufre y supo entonces que ya nada la libraría de ir al infierno.
Supongo -pensó- que el infierno al que voy no puede ser tan malo como este que ahora dejo.
El sol calentaba su cuerpo y durante toda la mañana pudo percibir el olor de la primavera traído por una fresca brisa, que respiraba profundamente mientras cerraba los ojos, llenaba los pulmones e imaginaba su niñez con un leve resquicio de sonrisa, tan lejana ahora como su propia existencia.
En la vida de María hubo dos momentos: el día que conoció al ahora padre de sus tres hijos para más tarde dejarlo todo e irse con él a vivir a un lugar desconocido movida por el cariño; y aquel en que, tiempo después, la acusaron de algo por pura envidia, qué importaba ya lo que fuese, condenándola a dos infiernos.
Siempre fue una muchacha de fuertes arraigos y costumbres; no conoció otra cosa. Se la educó para ello, y como consecuencia se había convertido en una mujer amable y temerosa de Dios.
¿Qué pasaba en este mundo para que todos sintieran tanto odio entre ellos?
Un instante, o quizá horas después -nunca se sabe a qué velocidad va el tiempo cuando se está en esa situación-, se escucharon otros tantos chasquidos, uno detrás de otro.
Una fila de hombres vestidos con capa y guadaña estaban frente a ella, pero no podía verlos, tenía los ojos vendados y las manos tras la espalda.
Perra asquerosa. Le había dolido sombremanera que la llamasen así porque no comprendía cómo una persona puede comportarse con esa altanería y soberbia aún sin conocer nada de ella. Esa había sido la expresión que rondó su mente durante los primeros días del largo encierro marcado por comidas agusanadas, agua turbia, humedad, llantos acallados y desprecio; mucho desprecio.
Después del desconcierto inicial su incertidumbre se bifurcó en caminos separados: miedo y rabia por estar ahí sin haber cometido ningún crimen; y esperanza de que todo fuese un grave error. Pero con el paso del tiempo el camino de la esperanza viró para encontrarse de nuevo con el otro, que ahora se había convertido sólo en miedo.
María sabía escribir, y además le ponía todo el corazón a cada palabra que plasmaba en el papel. En un determinado momento alguien le permitió enviar una carta a quien quisiera, como letanía de un cada vez menos incierto destino; un último ofrecimiento para que sus verdugos pudiesen dormir con las conciencias limpias:
Hola mi cariño y mis estrellas. ¿Veis como no me iba a ir sin despedirme? Aquí me tenéis para que podáis recibir de mi mano estas palabras llenas de fuerza y amor.
Poco hemos podido hablar desde que vinieron a buscarme, y algo me dice que estas van a ser las últimas letras que leáis de mí. Creo que se han confundido, pero aún así no me perdonan.
Aquí todo es mucha confusión, nadie sabe lo que va a pasar dentro de un rato, pero me he hecho el cuerpo a lo peor, y que sea lo que Dios quiera.
Antes de que sea demasiado tarde me gustaría deciros que no estéis tristes, tengo la tranquilidad de saber que esto es un error y que Dios sabrá ponerlo todo en su sitio.
Os quiero mucho, os echo de menos. Desde que estoy aquí no ha habido un sólo minuto en el que no haya pensado en vosotros, los cuatro.
Cuidad de papá ahora que necesitará ayuda. Decidle todos los días que no se rinda a la tristeza, que yo no querré eso y os estaré mirando desde arriba.
Os quiero.
Cuando terminó de escribir dobló el fino y amarillento papel con sumo cuidado, le dejó el gastado lápiz a una compañera y lloró de incomprensión mientras abrazaba su valiosa esquela; lo único que la unía en ese momento a su familia.
María tuvo la mala suerte de haber nacido en una época convulsa, y en un país lleno de imbéciles que se mataban por pensar distinto; donde la jodida envidia podía ser motivo de falsas acusaciones y sentencias de muerte. Qué importa pensar distinto cuando la humanidad ha perdido el norte y la saña se ha convertido en moneda de cambio. Nada; un tiro y a otra cosa.
El zumbido que salía de la boca de aquellos cañones era la marcha fúnebre de otro día nefasto.
Justo en ese instante alguien quemaba un fajo de cartas mientras reía con gesto sádico y las palabras más sentidas del mundo se evaporaban con el humo del cigarro de aquel malnacido.
María, a pesar de todo, en su último suspiro tuvo la suerte de que el primer chasquido con su primer zumbido lanzó una bala directa a su corazón haciéndola dejar esta tierra de salvajes con mucha pena pero sin dolor.
Cuando se escuchó el primer chasquido rompiendo el siniestro silencio de aquel paraje de muerte, sintió que la boca se le llenaba de azufre y supo entonces que ya nada la libraría de ir al infierno.
Supongo -pensó- que el infierno al que voy no puede ser tan malo como este que ahora dejo.
El sol calentaba su cuerpo y durante toda la mañana pudo percibir el olor de la primavera traído por una fresca brisa, que respiraba profundamente mientras cerraba los ojos, llenaba los pulmones e imaginaba su niñez con un leve resquicio de sonrisa, tan lejana ahora como su propia existencia.
En la vida de María hubo dos momentos: el día que conoció al ahora padre de sus tres hijos para más tarde dejarlo todo e irse con él a vivir a un lugar desconocido movida por el cariño; y aquel en que, tiempo después, la acusaron de algo por pura envidia, qué importaba ya lo que fuese, condenándola a dos infiernos.
Siempre fue una muchacha de fuertes arraigos y costumbres; no conoció otra cosa. Se la educó para ello, y como consecuencia se había convertido en una mujer amable y temerosa de Dios.
¿Qué pasaba en este mundo para que todos sintieran tanto odio entre ellos?
Un instante, o quizá horas después -nunca se sabe a qué velocidad va el tiempo cuando se está en esa situación-, se escucharon otros tantos chasquidos, uno detrás de otro.
Una fila de hombres vestidos con capa y guadaña estaban frente a ella, pero no podía verlos, tenía los ojos vendados y las manos tras la espalda.
Perra asquerosa. Le había dolido sombremanera que la llamasen así porque no comprendía cómo una persona puede comportarse con esa altanería y soberbia aún sin conocer nada de ella. Esa había sido la expresión que rondó su mente durante los primeros días del largo encierro marcado por comidas agusanadas, agua turbia, humedad, llantos acallados y desprecio; mucho desprecio.
Después del desconcierto inicial su incertidumbre se bifurcó en caminos separados: miedo y rabia por estar ahí sin haber cometido ningún crimen; y esperanza de que todo fuese un grave error. Pero con el paso del tiempo el camino de la esperanza viró para encontrarse de nuevo con el otro, que ahora se había convertido sólo en miedo.
María sabía escribir, y además le ponía todo el corazón a cada palabra que plasmaba en el papel. En un determinado momento alguien le permitió enviar una carta a quien quisiera, como letanía de un cada vez menos incierto destino; un último ofrecimiento para que sus verdugos pudiesen dormir con las conciencias limpias:
Hola mi cariño y mis estrellas. ¿Veis como no me iba a ir sin despedirme? Aquí me tenéis para que podáis recibir de mi mano estas palabras llenas de fuerza y amor.
Poco hemos podido hablar desde que vinieron a buscarme, y algo me dice que estas van a ser las últimas letras que leáis de mí. Creo que se han confundido, pero aún así no me perdonan.
Aquí todo es mucha confusión, nadie sabe lo que va a pasar dentro de un rato, pero me he hecho el cuerpo a lo peor, y que sea lo que Dios quiera.
Antes de que sea demasiado tarde me gustaría deciros que no estéis tristes, tengo la tranquilidad de saber que esto es un error y que Dios sabrá ponerlo todo en su sitio.
Os quiero mucho, os echo de menos. Desde que estoy aquí no ha habido un sólo minuto en el que no haya pensado en vosotros, los cuatro.
Cuidad de papá ahora que necesitará ayuda. Decidle todos los días que no se rinda a la tristeza, que yo no querré eso y os estaré mirando desde arriba.
Os quiero.
Cuando terminó de escribir dobló el fino y amarillento papel con sumo cuidado, le dejó el gastado lápiz a una compañera y lloró de incomprensión mientras abrazaba su valiosa esquela; lo único que la unía en ese momento a su familia.
María tuvo la mala suerte de haber nacido en una época convulsa, y en un país lleno de imbéciles que se mataban por pensar distinto; donde la jodida envidia podía ser motivo de falsas acusaciones y sentencias de muerte. Qué importa pensar distinto cuando la humanidad ha perdido el norte y la saña se ha convertido en moneda de cambio. Nada; un tiro y a otra cosa.
El zumbido que salía de la boca de aquellos cañones era la marcha fúnebre de otro día nefasto.
Justo en ese instante alguien quemaba un fajo de cartas mientras reía con gesto sádico y las palabras más sentidas del mundo se evaporaban con el humo del cigarro de aquel malnacido.
María, a pesar de todo, en su último suspiro tuvo la suerte de que el primer chasquido con su primer zumbido lanzó una bala directa a su corazón haciéndola dejar esta tierra de salvajes con mucha pena pero sin dolor.
Comentarios
Unos contra otros, matándose y odiándose por pensar de un modo distinto. Por ser humanos y tener diversas opiniones.Por ambos querer el poder. Es patético, y como tú dices: Triste y repugnante.
Un beso y me ha encantado.
No sabría decirte si espeor una guerra civil u otra guerra cuelquiera; las guerras son siempre repugnantes y no traen más que muerte, miseria e injusticia; ¿alguien da más?
Un beso
En fin... Un beso.
PD: Supongo que habrás visto Las 13 Rosas ¿no?
Muchos besos.
Lo que para nosotros puede ser algo sin transcendencia, simplemente un cotilleo o una diversión, para otra gente puede suponer un cambio drástico en su vida, en su honor, en su existencia.
Aprendamos a modernos la lengua y a no descalificar a los demás. No todo el mundo es lo que a veces, por envidia, desearíamos que fuese.
Maravillosamente relatado, como siempre.
Eres... especial...
Te dejé un encargo en mi blog por si te apetece...
No me has dicho si leíste el post con la cancion de fondo... :P
Muaksssssssssssssssssssssss
Gracias, me ha encantado, un placer como siempre pasearme por tu rincón y perderme las horas leyendote!
Un beso enorme
Muy buen post.
Un beso.
Besicos
Besos :)
Besos, cuídate ;)
Pero por suerte no todo el mundo está dispuesto a pasar de largo. Relatos como el tuyo hacen que, al menos quien te lee, tome conciencia de una realidad bien distinta de la que nos toca vivir. Yo he colocado un banner de Amnistía Internacional (con quien colaboro ocasionalmente) y porque creo que la unión hace la fuerza: GRACIAS POR TU POST.
Un beso.
besos
Gracias Reina. El problema de la guerra civil es que a veces incluso se ven involucrados familiares, vecinos, amigos...
Ana, no he visto la peli, pero sí he leído el libro; de hecho me inspiré un poco en la historia.
Ojalá Ana, ojalá.
Ayla, en esa época alguien te señalaba y podías acabar en el paredón. De hecho, mucha gente murió así.
Gracias PinUp, me enorgullece que me digas eso. Y gracias por tu encargo, ya te contesté en tu blog.
Eso es Clarita, porque rosas, hubo muchas más de 13.
Hosting Colombia, hay que tomar parte como cada uno puede, pero muchas veces por desgracia no sirve para nada.
El que mata en una guerra, lo hace por miedo a ser matado Marcela, mientras tanto, los que dirigen los títeres están sentados en sus despachos.
Las palabras Belén a veces son como balas, pero literalmente como bien dices.
pati, esa gente mata por matar, y a ella le tocó.
Gracias María, la carta ha sido un toque de sentimentalismo que he querido darle jeje.
Elen, gracias a tí por leerlo. Tienes razón, hay que tratar de aportar nuestro granito de arena para intentar que el mundo sea mejor, aunque sea tan complicado.
Es muy triste Esther, ha pasado en muchos países, sigue pasando y por desgracia, seguirá pasando.
Un besazo
La respuesta es no, no existe nada mas trsite repugnante q una guera civil, una guerra en sí...y es bueno tenerla presente en nuestras mémorias, por mucho q nos escuezan.
Lo has escrito de forma exquisita...
Al nacer mi abuela, mi bisabuela le mandó a su marido, mi abu, como yo le llamaba, jeje, el pié del bebé sellado en tinta, pero el izquierdo, porq eran repúblicanos, por miedo a q le encontraran la carta, mi bisabuelo, tubo q tragársela, él decía q le sentó de maravilla, su primera hija!!
Un beso!
Es muy triste. Me han venido a la cabeza las mujeres de Gaza, pero bien pueden ser de allí, del Congo, de Ciudad Juárez o de nuestro país hace no mucho tiempo.
La violencia y el dolor son universales. Supongo que eso nos une.
Muchos besos...
No hay nada peor que los hombres matandose, con total crueldad y sadismo, como lo hacen, y por nada!!!
mil besos!
sabryna
pero siempre nos queda aprender de los errores
Un café??
Y es detestable que la justicia ya no exista, y que se burlen y disfruten del dolor ajeno, y que destrocen el mundo a su antojo... sólo xq sí...
Un beso
pasate por mi blog... aver si te gusta..
besiños
besos.
Un beso
Quizás una vida no llega para aprender a subsanarlos en el futuro!
Contando con que la gente que
" necesita las luchas" siempre ejercerán su hobby favorito a costa de lo que sea.
Gracias por el texto. Genial!!
Besos, Oscar!!
Eso es porque escribes tan bien,que me meto en ellos y sufro cada cosa que describes...
Horrorosas son todas las guerras,tristes,injustas y nefastas...
He sentido ese último suspiro como mío...uffff
Un beso.
Me ha gustado descubrir tu blog,tus historias enganchan desde el principio..te seguire de cerca con tu permiso.
Un besito y una estrella.
Mar
Un besito y una estrella.
Mar
Gracias chica de ayer.
Efectivamente Marta, igualmente se puede aplicar a cualquier mujer en cualquier país.
Son los hechos aislados los que al final forman las penurias de una guerra Yurena.
Besos Cris.
Muchas gracias Sabryna, espero que vuelvas pronto por aquí.
Inkilina, nunca aprendemos, ese es el gran error.
Nunca se sabe lo que pasa por la mente de esos asesinos Nayuribe.
Diario, me he pasado por tu blog y ha sido un gran descubrimiento!!! Desde aquí lo recomiendo a todos.
Sin explicación para muchas cosas Rosa.
Es así de triste Lucina.
Lasosita, el hombre es el único animal que tropieza dos veces en la misma piedra...
Lo siento Marinel... pero luego se pasa con tus finales felices : )
Gracias a tí Mar, por pasarte por aquí. Me ha encantado tu blog.
Agua, lo mismo digo con tu blog, has ganado un lector : )
despe, son las miserias de la guerra, y en todas las guerras hay.
Un abrazo y gracias por vuestra visita