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Mostrando entradas de julio, 2009

Excitación a tientas (acto II)

Ese relato estaba consiguiendo poner a flor de piel todos mis sentidos… y algo más. En la tranquilidad de aquella habitación, la lascivia se apoderaba de mí, haciéndome desear fervientemente esos labios por cuya carnosidad emanaban palabras llenas de sensualidad y sexo sin tapujos. Continuó sin miramientos su experiencia lésbica , sin que mis ojos intuyesen siquiera lo que me contaría enseguida… Tumbadas, una sobre la otra; envueltas; mezcladas; recorriendo con los dedos las sinuosas e interminables curvas; podían sentir cada parte de su piel comenzando a transpirar por el contacto y la excitación . Ella seguía con los ojos vendados , mientras su secuestradora , dueña de la situación, le sujetaba las muñecas, pasando una especie de cinta de tela suave, rodeándolas; quedando finalmente con los brazos levantados sobre su cabeza. Atada . Semidesnuda . Una vez así, colocó ambas manos sobre su pecho, palpando con suavidad, y comenzó a bajar acariciando con los dedos el vientre hasta la ci

Insomnio

Qué triste el repeler de estos polos; bebiendo mierda, anestesiando minutos, mirando tus pasitos y, pensando en el infierno de estar solos. Este gallo ya no sabe si canta al sol o entona la alborada de tu luz; ya no distingue entre el dulce sabor de tus labios, o la amargura de tu hiel. Ya no caben mas proclamas al candor de tu dintel. Las escamas de mi piel no me protegen, de saberte sin tenerte; de tener que imaginarte; de arañarme con la ramas astilladas de tu miel.

Horizonte ambarino

1. El nacimiento del niño robot . 2. El despertar de un monstruo . 3. La sala de los juguetes . 4. Alicia . 5. Muñeca . 6. Jugar a ser Dios . 7. Horizonte ambarino. - Alicia, piensa en todo lo que he pasado; piensa si merezco vivir, y reflexiona sobre qué prefieres en tu conciencia: mi muerte, en cuyo caso te pondrás a mi altura y serás una asesina, o las que vendrán si decides huir sin matarme . No podía creer que en sólo unos segundos se hubiese visto envuelta en esa tesitura. Minutos antes había sentido la caricia de la muerte y ahora era ella quien tenía potestad para decidir en ese sentido. Durante su estancia en el infierno creado por el niño robot había presenciado tanto horror como para no volver a dormir en su vida. Jamás podría olvidar que había experimentado esa famosa frase acerca de que la realidad, a veces supera la ficción. Inmersa en el sofocante hedor de aquella oscura habitación sin ventanas, pintada de la sangre extraída mediante crueles dentadas de sierra a todas la