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Mostrando entradas de septiembre, 2018

Gris

Cuando abrió los ojos sintió penetrar en su piel dolorida las punzadas implacables de toda la soledad del mundo, que vagaba libre ocupando el espacio que había descuidado el ser humano y se aprovechaba de las debilidades de todo aquel que decidía dejarse abrazar por sus tentáculos.  Ya no había vuelta atrás, había caído por contagio; formaba parte de la larga fila de fichas de dominó que se fueron alineando voluntariamente para recibir el empujón final. Era abrumador; todo su interior se llenó en un instante de soledad y se sintió tan abatido que perdió cualquier atisbo de ilusión. La transición de un estado a otro fue extremadamente dura; saberse de repente un individuo aislado, vacío; era como caer en un abismo insondable hacia algo indeterminado. Todos al final acababan pasando por lo mismo; se había convertido en una pandemia imparable. La progresión fue geométrica desde que el egoísmo y la desidia fueron enraizando poco a poco  en la mente de las personas, y ellos no hi

Desquitar(nos) - Parte III

Desquitar(nos) - Parte I Desquitar(nos) - Parte II Llegaron a la puerta, introdujo la llave, abrió y la dejó pasar primero, no por cortesía sino por un miedo oculto a que se arrepintiese; la abrazó por la espalda cuando ésta se cerró tras ambos y permanecieron así durante un largo rato, la piel erizada y una determinación inamovible.   Abrazados, en silencio, con la respiración acompasada fueron diluyendo los temores. No había cabida al arrepentimiento; sentían una extraña paz que les iba invadiendo, invitándolos a permanecer así, sin querer mover un sólo músculo. Los envolvió la calidez de una escena muchas veces fantaseada; la urgencia de sentirse necesitados, de tenerse y no saber por dónde empezar. Estaba aferrado a su cuerpo con fuerza, con esa gana que a veces se tiene de querer fundirse, ojos cerrados y la mente volando desbocada. Con una mano agarró la de ella, con la otra le apartó el pelo y la besó en el cuello, un beso suave al principio; luego otro, y otro

Desquitar(nos) - Parte II

Desquitar(nos) - Parte I Su sentido del olfato se sumergió en el aroma del café caliente y humeante que había sobre la mesa, aún sin tocar. Sentados, uno frente al otro se miraban tímidos, sonrientes, cohibidos por la realidad de su presencia física; incrédulos aún por estar ahí mirándose por fin, aunque solo fuese eso, mirarse a los ojos. El mundo alrededor había dejado de existir, y ellos se habían convertido en dos maniquís que formaban parte del decorado de una escena que hasta ese momento solo había existido en su imaginación; unas breves pinceladas en las que permanecían observándose mutuamente sin necesidad de hablar porque se lo habían dicho todo ya. Sólo ellos conocían su situación; sólo ellos sabían de las vicisitudes del tiempo y sus propias tribulaciones. Hay veces en que la realidad se escribe con las mismas palabras con que una vez se narró una fantasía, y ocurre que durante un instante se confunde una con otra. Se miraban, sonreían, trataban de articular algu