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Mostrando entradas de noviembre, 2006

Sin destinatario

Siento un vacío enorme cuando me pongo frente a la pantalla, dedos en el teclado y decido escribir algo. No se me ocurre nada. Ninguna historia que contar, que inventar. Experimento una sensación de angustia al tratar de pensar o imaginar unas líneas, algo que expresar con mayor o menor sentimiento, pero con algo de imaginación. Podría escribir una carta de amor, de despecho, de rabia; podría plasmar pensamientos que describen injusticias para, al menos, desahogar la presión que, aprisionada, intenta escapar de mi alma; me podría pasar horas redactando una carta sin destinatario, que al fin y al cabo es lo que ocurre con todos los post que publico en este blog, pero me abate la incertidumbre de, si a uno, a solo uno de los lectores que por casualidad pasen por aquí y lean estas líneas, dibujarán una sonrisa y pensarán para sí: "me gusta". Tengo plena confianza en que volverá la inspiración en el momento menos pensado.

Adversarios

Siéntate a repasar los fríos versos que te traigo, coge aliento; no te sueltes; siente el viento; no despiertes. Mantén los ojos cerrados para ver pasar, alados, sinsabores del pasado. Rehenes voluntarios, de actores protagonistas, de una mierda de teatro del que somos los artistas. Trapecistas y payasos, subidos en una cuerda, mayordomos y sirvientas: infelices adversarios... Batallas cruentas que dejan pieles curtidas, y el tiempo se acaba sin salvar las murallas, sin medallas que valgan, porque nada merece en unas guerras perdidas.

Nublado

Y como siempre sigo aquí sentado, vedado el cielo de mi mente al vuelo, de las luciérnagas que me han dejado, para aliviar su amargo desconsuelo.

Siente

Siente ojos tristes, el sabor amargo de los besos que me diste, sufre el embargo de esos, los excesos que el alcohol en tu sobriez produce, conduce, mis anhelos por senderos de azufre, largo mi andar sin parar, por los pastos de tu esbeltez, escucho mi latir en el remanso de tu tez, seduce mientras puedas y tu absurdo devenir, te oculte tras el muro de tu falso sonreír.

Acércate

Ven que te diga unas palabras, acércate a mi estela taciturna, embadurna tu cuerpo en mi acuarela, que haré fluir tu ser, has de saber, con líneas en delirio, macabras, sin sentido. Acaríciame al oscuro anochecer, mientras miro el preciado escaparate, que tus piernas forman al caer, y se juntan en un justo desempate. Desnuda tu cuerpo con fervor, y serás quien siempre deseaste, prende de fuego tu timidez, recordarás esos labios que probaste, sin más prueba que el adiós que me escuchaste...

Aridez y muerte

Imagen
Inmensidad reseca en un horizonte sin futuro. Caminos duros, áridos, que duelen en mis pies y en sus entrañas, sin lágrimas que derramar. Vidas que escapan del infierno, huyendo de la tristeza y la muerte, muerte que les espera un poco más adelante. Pastos sin fruto, árboles sin hojas, piedras sin sombra. La negra realidad de quien no tiene corazón ni sabe respetar la vida de quien se la ofrece, ni la suya propia. Devasta, quema, pudre y maltrata, hasta convertir todo en un árido desierto ambarino y deslumbrante por la inclemente luz que en su quemada piel se refleja, reflejando el desolador panorama que a su paso deja el ser humano. Desprecio por todo y todos, desprecio por nosotros, desprecio lleno de codicia... Morir mientras se es testigo de la muerte. Llevarnos con nosotros cuanta vida nos cruzamos. Hierba que sucumbe y no crece a nuestra espalda. Cada vez menos espacio y más devastación. Somos las termitas que devoran el árbol y lo matan para morir con él...