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Mostrando entradas de diciembre, 2008

Sueños y amores

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Éramos dos almas perdidas, pero libres; lo teníamos todo, mas un todo que estaba en nuestra mente; en nuestra imaginación. Volábamos, como las palabras empujadas por el viento; pero sin caer en saco roto, porque cada uno de nuestros sueños nos hacía aún más libres, valedores de un día más, una mirada hacia el sol y una sonrisa de ' quiero y sé que puedo '. No teníamos nada, qué más daba, poseíamos más que eso, la voluntad de conseguir cuanto quisiéramos; andando con zapatos de plomo sobre una cuerda destensada y saludando sin mirar hacia delante, paso a paso, sin titubeos. Éramos jóvenes. Nuestras miradas se cruzaban y mi pensamiento era tuyo; tu alma la mía; y reíamos contentos; cómplices de caminos fortuitos; alabando cada instante concedido y maldiciendo haber ignorado durante tanto tiempo que existías. Nos hacíamos collares con nudos de garganta entre el beso de despedida y el abrazo al reencontrarnos. Escribíamos poesías en el aire con versos blancos y negros; otorgándoles

Una oportunidad

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- He decidido que voy a dejarlo. - ¿Cómo? Repite eso . - Que sí, que lo dejo. Estoy harta . - Tú estarás harta cuando yo te diga. Mientras tanto, seguirás . - Te he dicho que no. No quiero seguir . - ¿Pero yo es que hablo en chino? Te estoy diciendo que soy yo el que decide. Lo dejarás cuando a mí me dé la gana . Lágrimas se empezaban a acumular en sus cansados ojos. - Si es que no puedo, no puedo seguir. Estoy muy cansada de pasar el día en la calle, tengo frío, hambre. Me tratan como si fuera un perro, no tienen consideración ninguna. Siempre hay que hacer lo que digan y como digan, sin rechistar porque se creen con derecho a darte una ostia cuando les plazca . - Te tratan como lo que eres, ¡una perra!. Pero eres mi perra. ¡Que te quede claro! Y tu trabajo es ese, dejar que hagan lo que quieran porque para eso te pagan. Y si te pegan, me lo dices, te aseguro que no volverán a mover las manos . - Estoy muy mal, de verdad. Tienes que entenderme: quiero cambiar de vida, poder mirar dign

Conversaciones en un vagón vacío

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La estación estaba vacía. Irónicamente, la envolvente quietud, inquietaba. Tranquilamente me dirigí caminando a la espera de que llegase el tren, distraído y abstraído por el silencio reinante, solamente enturbiado por el leve sonido de mis pisadas. No recuerdo de donde venía, pero sí que era muy tarde; cuando la mayoría de las mentes se encuentran bajo el cobijo de Morfeo. El estruendo provocado por aquel gusano de metal emergiendo entre la oscuridad me hizo volver a la realidad; abrí una puerta y subí al vagón, completamente vacío y siniestro, sentándome para volver a deslizarme hasta las profundidades de mi mente; sin embargo algo me llamó la atención, giré la cabeza y junto a mí estaba ella, mirándome sonriente, divertida ante mi cara de sorpresa. No la ví subir; de hecho no subió, era imposible que no me hubiese percatado de ello en aquella reinante calma. Pero ahí estaba, con su mirada fija en mis ojos y entonces tuve la certeza de que me encontraba en algún lugar cálido, suave,

Niño rico, niño pobre

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¿Feliz Navidad?

Toco tu boca

Estas fechas no son muy inspiradoras para mí como habréis podido comprobar. No sé, quizás por la "alegría navideña"; quizás por los malos recuerdos que vienen a mi mente cada vez que nos acercamos a ella. Pero estos días me asomo al abismo de mi interior y sólo veo paredes oscuras, silencio y un poco de tristeza. Algunas veces miramos a nuestro alrededor y lo único que vemos son espaldas. Estamos más solos que nunca. Pero siempre encuentro algo con lo que vislumbrar un poco de color, en este caso, un vídeo-poema. Poema muy conocido, vídeo no tanto, pero magistral. Con el permiso de Mi vecina martier , a la que no tengo el placer de conocer, pongo aquí este vídeo suyo, una de esas cositas capaces de levantarme el ánimo. Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi

Placeres (parte II)

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Antes de éste, hay un Primer Acto , no es imprescindible leerlo, pero sí recomendable. ...me arrodillé frente a tí abriéndote las piernas, mirándote a los ojos con mis ojos locos de lascivia, y me introduje entre ellas al tiempo que tu cabeza daba un respingo hacia arriba y dejabas escapar un gemido de puro placer, entregándote por completo... No pudiste aguantar más. Lo estabas deseando fervientemente. El orgasmo llegó a tí como un torrente arrollador. Tu cuerpo se había convertido en una electrificada bomba que al estallar hizo convulsionar todo tu cuerpo y deleitar mis oídos con un sonoro gemido que estremeció hasta las paredes. Durante unos maravillosos segundos el único sonido de la habitación era tu respiración agitada que trataba de restablecer la normalidad en tu cuerpo mientras me mirabas, con tus preciosos ojos entrecerrados, en tono desafiante, pero a la vez inmensamente agradecida. Aquello no había hecho más que empezar. Te tenía absolutamente presa de mis caprichos, eras c

Placeres

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Tu voz llegaba a mí como un cálido susurro que me embriagaba mientras mis pensamientos estaban puestos en esos sensuales y húmedos labios. Te oía, pero no te escuchaba; pendiente del movimiento calmado de tu boca y de los llamativos ojos fijos en mí, deseando fervientemente cada palmo de mi cuerpo. La tenue luz de la habitación y el dulce olor que desprendían las velas invitaba a acomodar los cuerpos en el sofá y dejar que saliese a flote la parte más oscura de nosotros. Por momentos tu conversación se volvía más banal; habías dejado de estar pendiente de tus propias palabras, tu mente era toda un irrefrenable deseo de que me abalanzase sobre tí y te desgarrase la ropa. Esos labios ya no querían conversación; me hablaban subliminalmente a través de un tono lleno de excitación para pedirme aquello que tanto anhelaban. No podías soportarlo más; la tensión te hacía sentir un cosquilleo entre las piernas, que ascendía a través de tus muslos haciéndote estremecer. El brillo de mis ojos me d

La pequeña muerte

Hoy para añadir un poquito de calor a este domingo tan frío, y terminar el fin de semana con un leve cosquilleo entre las piernas, comparto este vídeo que me mata un poco cada vez que lo veo... Saludos

Pañuelos blancos

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Mírame; mírame como persona. Pon tus ojos sobre mí como un ser dotado de inteligencia y borra esa sonrisa morbosa y macabra de tu rostro. Observa mi posición desde la tuya y piensa si realmente eres superior a mí; si opinas que merezco todo esto. ¿Piensas que no sufro? Echa un vistazo entonces a las lágrimas que salen de mis ojos. ¿Te parece que están ahí por que sí? ¿Acaso crees que bajo esta dura piel no late un corazón? ¡Miradme todos! Sentid mi respiración agitada y mis ojos asustados; terriblemente atemorizados; deseosos de que todo acabe cuanto antes y ocurra lo que deba ocurrir, pues estoy indefenso y solo. Humíllame; mátame y sacia esas mentes cobardes sedientas de sangre. Clávame esos puñales y hazme sangrar, vacíame la vida poco a poco para que mi fuerza se escape por esas heridas; para que tu cobardía te deje enfrentarte a mí con la seguridad de quien sabe la batalla vencida. Esos ojos de prepotencia no hacen más que ocultar un alma solitaria, gastada y necesitada de amigos

Horas después

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Triunfa la vida, triunfa el amor y la felicidad. La clemencia ha sido concedida y los ángeles sonríen la calma que sigue a la anterior tempestad. Todo ha salido bien por esta vez, la imprescindible ayuda llegó a tiempo para salvar una vida abandonada a las garras de un destino infame. Sin embargo una anomalía se había puesto en marcha desde un primer momento que inevitablemente daría al traste con todo ápice de alegría. Tal vez el azar quería dar un respiro para asestar después una puñalada aún más dolorosa a los ya compungidos corazones; y así lo hizo. Los doctores dijeron posteriormente que se había tratado de un coágulo causado por el golpe, inapreciado al principio, pero mortal a posteriori. Elías había fallecido en la cama del hospital, rodeado de todos aquellos que le querían. Ahora lee esto...

Luna sobre el asfalto (parte III)

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Antes de continuar, te recomiendo leer la primera y segunda parte, no te arrepentirás. Si ya la leíste, adelante... Se querían, se profesaban un cariño rayano en devoción. No eran sólo una pareja más, se decían, eran ' la pareja '. A pesar del tiempo juntos su amor no se había desgastado; no hacían planes, solamente vivir y quererse. Pero Sandra no quería vivir; no así. La vida se le escapó del alma al tiempo que había perdido la voz de su Elías; las lágrimas derramadas por sus ojos eran un ínfimo escaparate de sus sentimientos, eran la punta de un iceberg de pena infinito; deseaba dormirse, cerrar los ojos y no volver a abrirlos; no sin él. No quería soltar el teléfono; se negaba a colgar porque la esperanza es la última en abandonar el barco; pero a pesar de su insistencia lo único que podía escuchar era una cruel melodía de fondo burlándose de la suerte que les había deparado el traicionero destino: Don´t Cry de 'Guns & Roses'. - Elías, por favor, ¡háblame! dí

Luna sobre el asfalto (parte II)

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Antes de continuar, te recomiendo leer la primera parte , no te arrepentirás. Si ya la leíste, adelante... Mientras miraba hacia arriba llenando los pulmones cuanto podía, las teclas del teléfono tomaban un tono escarlata por cada pulsación de su dedo manchado de sangre. No se percató de ello; su mente estaba ensimismada, abstraída. Tampoco pudo darse cuenta de que el auricular también se impregnó de la vida que se le escapaba al posarlo sobre su oreja; intentando en vano subir el volumen, que ya estaba al máximo, porque no lograba oír bien el tono de la llamada. Su consciencia estaba en segundo plano. Sandra. Lo lógico hubiese sido llamar a emergencias, indicar el lugar en que estaba y esperar; pero la lógica en situaciones extremas es mala aliada, de manera que en ese momento ya sonaba el móvil de Sandra, su novia. - ¡Hola pequeña! Era su forma de saludarla cada vez que la veía o la llamaba; le parecía el modo más cariñoso de dirigirse a ella. No fueron las palabras, sino el tono lo

Luna sobre el asfalto

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Era una tranquila noche despejada en la que la luna hacía alarde de una majestuosidad incomparable sobre el suntuoso manto de hierba que crecía a lo largo y ancho de aquel paraje. El frío viento viajaba a través de las olas que iba formando sobre la alfombra verde, tornada gris por el reflejo de un cielo inmaculadamente limpio en el que millones de estrellas campaban a sus anchas, vistas sin el incordio de una contaminación lumínica que brillaba por su ausencia. Nada a kilómetros de distancia. Se respiraba paz. La sinuosa y estrecha carretera recortaba el paisaje con un toque de artificialidad que hacía entretenido un trayecto aparentemente agotador. Casi todo era absoluta quietud. Casi. Las luces del coche alumbraban el escenario de un cuadro pintado por una realidad que a veces nos sorprende con una macabra imaginación; miles de trocitos de cristal esparcidos por la carretera daban la apariencia del brillo de las estrellas reflejado en el asfalto. Aún sonaba la música que horas antes

Besos bajo manta

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Estoy cansada, desanimada, triste. Te escribo estas líneas entre lágrimas para decirte que todo se ha acabado; también porque soy incapaz de hacerlo cara a cara. Espero que no me odies, ni me juzgues, pero las razones son muy fuertes; te quiero demasiado, sé que al final acabarán o acabaremos haciéndonos daño; y me duele el sólo hecho de pensarlo. Nuestra vida no existe, únicamente son recuerdos escondidos bajo la coraza infranqueable del arraigo; demasiado pesada para soportarla, por tu empeño en esconderte bajo ella, y hacer que yo permanezca a la sombra de tu propio engaño. No soporto más mentiras, falsas sonrisas, cuentos, excusas o llantos acallados en mi habitación; no comprender la razón de por qué esto es así: cuál es el motivo de que con sólo diecisiete años, me nieguen la forma de vivir que yo he elegido; y lo que es aún peor, me la niegues tú; la única persona que ha tenido la desfachatez de llamarme «amor» , pero de hacerlo sólo cuando nadie escuchaba, para ocultar algo que