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Mostrando entradas de octubre, 2006

Allá, en el pueblo

Allá en el pueblo solías salir a la calle cómo y cuando te venía en gana, porque allí todo y todos convivían en una grande y acogedora familia. Allí se iba a respirar, a pasear y a charlar con los amigos que nada más veías cuando el tiempo y el trabajo te lo permitía. Los coches allí no estaban bien vistos, únicamente los privilegiados con suficiente confianza como para circular por sus estrechas calles, saludando aquí y allá con el brazo fuera de la ventanilla. Los más caminaban de un lado a otro sin perezas. La vida transcurría en pura tranquilidad, con la indiferencia que produce saber que no hay diferencia entre un día y otro. Gentes despreocupadas por la certidumbre de que mirar atrás era totalmente innecesario. Los hombres jugaban en los bares formando grupos en distintas mesas, al dominó y al truque, jugándose los cuartos sin más tema de conversación que la temperatura de la época. Era un lugar feliz. Allí nada perveía que todo pudiese cambiar en tan solo unos años. Nadie podía

Sueño

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Alegre y feliz camino, sintiendo la suave brisa besar mi rostro. Veo el horizonte y casi puedo tocarlo. Vuelo, vuelo alto y nada me impide llegar hasta donde quiera, donde mi imaginación me lleve. Cierro los ojos y siento una gran paz y tranquilidad. El cosquilleo de la espuma del mar roza mis tobillos, mientras los rayos del sol calientan mi piel y respiro profundamente la soledad que yo misma deseo. Paseo sobre hojas en el camino, llanto de los árboles desnudos en otoño. Superficie ambarina y húmeda sobre la que poso mis pies descalza. Gotas de lluvia golpeando mi cuerpo, deslizando su leve peso por los surcos de mi piel, hasta desaparecer fundidas en mí. Cruel despertar, que me devuelve al infierno del que deseo escapar .

Te quiero demasiado

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Y ese amor hace que me cueste muchísimo soportar esta vida, viéndote sufrir. Estoy aquí para todo lo que necesites, te atenderé mejor que cualquier enfermero, porque yo no siento lástima, sino amor. Una profunda devoción por la persona que me ha dado la alegría durante todos estos años. No lo puedo soportar más. Cada vez que me acerco a tí, y veo que no puedes moverte, se me acongoja el corazón y me resbalan las lágrimas irremediablemente, aunque intento que tú no me veas. No quiero despedirme de tí, quiero que estemos juntos para siempre, quiero irme contigo donde tú vayas, agarrarte de la mano y no soltarte jamás. Cada día me agradeces con tu mirada y tus palabras todo lo que hago por tí, pero soy yo quien agradece tenerte a mi lado, que podamos estar todos los días juntos, mirarnos, charlar entre los golpes de dolor que nos atacan a cada instante, y que nos hacen difícil soneír. Pero aún así lo hacemos, porque es más grande la alegría de estar juntos que todos los dolores del mundo.

¿Me regalas un instante?

24 - 8 = 16 - 7 = 9 - 3 = 6 - 2 = 4... Piensa en los escasos momentos que te quedan a lo largo de un día para hacer lo que realmente quieres: Trabajas ocho horas (mínimo, sin contar desplazamiento), duermes 7 (qué menos), hay que comer, al menos tres veces al día, pierdes el tiempo en tonterías, pierdes más tiempo en más tonterías, y cuando te das cuenta de que casi ha acabado el día, sólo te quedan fuerzas para tumbarte en el sofá a esperar el siguiente... si ya estás deprimido, mejor no sigas pensando... ¿Tienes aficiones?: deporte, leer, internet, jugar, salir, pasear, amigos, amigas... Es la última vida de la partida.