El despertar de un monstruo
Roja; espesa; excitante; deliciosa.
Habían pasado cinco años desde que un niño pequeño apareciese muerto junto a una acequia; apaleado, con el rostro prácticamente irreconocible y sus juguetes junto a él; testigos mudos de un alma ausente.
Miguel abrió los ojos y se percató de que estaba en absoluta oscuridad.
Aturdido dirigió la vista alrededor preguntándose si estaría ciego; cayendo a los pocos segundos en la cuenta de que se encontraba sentado en el suelo, apoyado en la pared con las manos atadas a la espalda.
Lo siguiente que sintió fue una punzada de dolor en la pierna derecha; un dolor raro, entre cosquilleo y escozor.
Nunca se supo qué pudo ocurrir para que aquel pequeño acabase así. Posteriormente fue conocido por los medios de comunicación como el niño de la acequia; tras varios meses de indagaciones y declaraciones, pese a la angustiosa negativa de los padres, las autoridades policiales dijeron que seguirían investigando, pero con los medios justos, lo que traducido se podía interpretar como señores, olvídense porque no vamos a encontrar al culpable.
Realmente la intención de Sami no había sido cometer un crimen perfecto, pues sólo contaba quince años, sino descargar todo ese tiempo de rabia acumulada, sin embargo su suerte quiso que nadie se percatara de su presencia, desapareciendo por donde había venido y eliminando toda posibilidad de cualquier sospecha contra él.
Cinco años después seguía pensando todas las noches en aquel suceso y regocijándose en sus pensamientos; se fue volviendo paulatinamente más sociable y aceptado por los demás.
Empezó a sentir una insaciable inquietud por la lectura, pero no de cualquier tipo, solamente la relacionada con los sucesos más macabros de la humanidad: cruzadas, guerras, enfermedades, asesinatos, e incluso ritos satánicos, magia negra y sus variantes; pero nunca se encontraba satisfecho, necesitaba más información, mejor aún cuanto más siniestra fuese. Indagó en las biografías de asesinos; crímenes sin resolver; le entusiasmaba la sangre.
Todo ese tiempo rememoraba aquel gran día; el más feliz de su existencia, en el que por primera vez había sentido verdadero amor por la vida. Cerraba los ojos y volvía al descampado una y otra vez para volver a repetir su acto más sublime; y experimentaba una excitación que lo transportaba a otro mundo.
Cuando veía en la tele las noticias relacionadas con el suceso del que él mismo fue coprotagonista, el niño robot no sentía miedo; tampoco inquietud, sino más bien satisfacción; y supo entonces que tarde o temprano iba a volver a sentir esa explosión de placer.
Miguel gritó en vano. Tenía la boca reseca, como si hubiese estado masticando arena.
Confundido y tiritando por la humedad trató de moverse pero no lo consiguió, por lo que continuó gritando con la esperanza de que alguien le escuchase.
Se le había revuelto el estómago a causa del intenso olor que percibía; de repente se sintió mareado y sufrió varias arcadas sin llegar a vomitar.
Tal vez los poros de su cuerpo estaban impregnándose del aroma a muerte.
El dolor en su pierna iba en aumento; lo sentía localizado por encima de la rodilla y supuso que tenía algún hueso roto. A cada instante que pasaba se sentía más confundido porque no lograba comprender qué podía estar ocurriendo; allí encerrado, sólo, ciego y sin posibilidad de moverse.
Y ese maldito dolor le quemaba a cada momento un poco más, hasta que llegó a ser tan insoportable que todos sus sentidos se concentraron en aquella terrible palpitación.
Una eternidad después, justo antes de que perdiera el sentido, escuchó un fuerte sonido y tras éste, una puerta cerrándose. Luego unos instantes de silencio y un destello que le cegó al principio.
Cuando pudo ver lo que ocurría, sólo tuvo tiempo para percatarse de que quien estaba allí era Samuel, el robot-cojo.
Inmediatamente después se desmayó por la horrible visión que tenía ante sus ojos: el niño robot mirándole con una extraña sonrisa; sin embargo no fue eso lo que le hizo perder el sentido, sino darse cuenta de que éste llevaba en sus manos una pierna humana; la suya.
Habían pasado cinco años desde que un niño pequeño apareciese muerto junto a una acequia; apaleado, con el rostro prácticamente irreconocible y sus juguetes junto a él; testigos mudos de un alma ausente.
Miguel abrió los ojos y se percató de que estaba en absoluta oscuridad.
Aturdido dirigió la vista alrededor preguntándose si estaría ciego; cayendo a los pocos segundos en la cuenta de que se encontraba sentado en el suelo, apoyado en la pared con las manos atadas a la espalda.
Lo siguiente que sintió fue una punzada de dolor en la pierna derecha; un dolor raro, entre cosquilleo y escozor.
Nunca se supo qué pudo ocurrir para que aquel pequeño acabase así. Posteriormente fue conocido por los medios de comunicación como el niño de la acequia; tras varios meses de indagaciones y declaraciones, pese a la angustiosa negativa de los padres, las autoridades policiales dijeron que seguirían investigando, pero con los medios justos, lo que traducido se podía interpretar como señores, olvídense porque no vamos a encontrar al culpable.
Realmente la intención de Sami no había sido cometer un crimen perfecto, pues sólo contaba quince años, sino descargar todo ese tiempo de rabia acumulada, sin embargo su suerte quiso que nadie se percatara de su presencia, desapareciendo por donde había venido y eliminando toda posibilidad de cualquier sospecha contra él.
Cinco años después seguía pensando todas las noches en aquel suceso y regocijándose en sus pensamientos; se fue volviendo paulatinamente más sociable y aceptado por los demás.
Empezó a sentir una insaciable inquietud por la lectura, pero no de cualquier tipo, solamente la relacionada con los sucesos más macabros de la humanidad: cruzadas, guerras, enfermedades, asesinatos, e incluso ritos satánicos, magia negra y sus variantes; pero nunca se encontraba satisfecho, necesitaba más información, mejor aún cuanto más siniestra fuese. Indagó en las biografías de asesinos; crímenes sin resolver; le entusiasmaba la sangre.
Todo ese tiempo rememoraba aquel gran día; el más feliz de su existencia, en el que por primera vez había sentido verdadero amor por la vida. Cerraba los ojos y volvía al descampado una y otra vez para volver a repetir su acto más sublime; y experimentaba una excitación que lo transportaba a otro mundo.
Cuando veía en la tele las noticias relacionadas con el suceso del que él mismo fue coprotagonista, el niño robot no sentía miedo; tampoco inquietud, sino más bien satisfacción; y supo entonces que tarde o temprano iba a volver a sentir esa explosión de placer.
Miguel gritó en vano. Tenía la boca reseca, como si hubiese estado masticando arena.
Confundido y tiritando por la humedad trató de moverse pero no lo consiguió, por lo que continuó gritando con la esperanza de que alguien le escuchase.
Se le había revuelto el estómago a causa del intenso olor que percibía; de repente se sintió mareado y sufrió varias arcadas sin llegar a vomitar.
Tal vez los poros de su cuerpo estaban impregnándose del aroma a muerte.
El dolor en su pierna iba en aumento; lo sentía localizado por encima de la rodilla y supuso que tenía algún hueso roto. A cada instante que pasaba se sentía más confundido porque no lograba comprender qué podía estar ocurriendo; allí encerrado, sólo, ciego y sin posibilidad de moverse.
Y ese maldito dolor le quemaba a cada momento un poco más, hasta que llegó a ser tan insoportable que todos sus sentidos se concentraron en aquella terrible palpitación.
Una eternidad después, justo antes de que perdiera el sentido, escuchó un fuerte sonido y tras éste, una puerta cerrándose. Luego unos instantes de silencio y un destello que le cegó al principio.
Cuando pudo ver lo que ocurría, sólo tuvo tiempo para percatarse de que quien estaba allí era Samuel, el robot-cojo.
Inmediatamente después se desmayó por la horrible visión que tenía ante sus ojos: el niño robot mirándole con una extraña sonrisa; sin embargo no fue eso lo que le hizo perder el sentido, sino darse cuenta de que éste llevaba en sus manos una pierna humana; la suya.
Comentarios
Besos.
Historia dulce y a la vez desgarradora!!
Como siempre vuelves a alimentar mis sentimientos con cada relato, sentimos y lloramos pues estamos vivos!
Un beso enorme
En fin... Cómo te dije en el otro post... le crearon... y quizás el dolor sufrido no es suficiente motivo como para hacer pagarlo a todo el mundo... no sé como decirlo, tengo un sentimiento encontrado... no hablaré más de la cuenta para que no se me tache de psicópata :P
Muaksssssssssssssssssss!!!!
Me dejaste helada.
Besos, bonito.
Y tu buenísimo...
Muchos besos.
Si no te molesta voy a venir a visitarte más seguido!
Saludos!
Espero que notes el esfuerzo para hacer un comentario inteligente. En realidad, mi idea original fue escribir un aaaaaahhhhh!!! tipo grito. :)
Besos.
BESITOOOOSSS¡¡
Un saludo.
Un café??
Desde pura pasión hasta el miedo más intenso..
Esto es bueno.
Un beso
Un besazo!
besicos
Muy bueno, Óscar, pero me hace sentir rabia.
Besos
Besos Óscar.
Un beso.
Un beso.
Si, en ese caso puede ser que se mueva más por odio Clarita.
A mi también Natalia!! Igual me inspiré un poco en esa peli. En cuanto a que te gustan las de gore y sangre... a mi me chiflan!!
Si lo lees de noche igual hubieras tenido que dormir acompañada lascivia, y tampoco hubiera sido malo :P
Sí que es malo sí Ana jaja.
Gracias El Lichi, serás bienvenido siempre que quieras.
Así me gusta castrodorrey, que yo estaré encantado de que me leas y de leerte a tí.
Jeje Marcela, es lo primero que se le ocurre a uno cuando lee lo de la pierna : )
Gracias Mamen.
Bueno borderline, igual al principio puede haber un movil, pero después se puede convertir en una obsesión o enfermedad.
Me temo que no lleva pilas inkilina, pero ha sido una pregunta original jeje.
Gracias Lucina, en cada momento lo que me permite la inspiración.
Nebulina, la historia continúa, de momento está por ver qué le pasará a Miguel.
Gracias Belén, eso quiere decir que me está quedando medio bien. A ver como sigue.
Esther, muchas gracias por tu premio. Me ha hecho mucha ilusión.
Este es un criminal puro y duro Reina.
Gracias Eli, ya sabes que estás invitada siempre que quieras.
Espero que me las de Yurena, aunque nunca se sabe, todo tiene que surgir.
Habrá más Ana, tarde o temprano habrá mas jeje.
Lorena, por desgracia el odio es la enfermedad más común.
Un abrazo a tod@s y gracias por leerme, como siempre.
Me he quedado sin palabras y con esta carita de asombro!!. Leer esta historia después de ver todos los capítulos de Dexter seguidos.... pues ¿que quieres que te diga???...
¿Lo llamarán "El amputador"?
Besitos...
Imaginación al poder!!! Fantástico!!!
Que bien te salen estos relatoso.
Un besazo.
El terror más retorcido entre los renglones de tu relato, Oscar!
El odio y el asco por el prójimo, junto con la satisfacción ante el dolor ajeno,que trasmiten tus frases me paralizó mientras te leía.
Enhorabuena...he disfrutado, pese a las horribles y macabras imágenes!
Un besazo!!
Enhorabuena creo que tienes un buen estilo narrativo.Que dificil!!
Saludos!
Muy bien contado,como siempre.
Un beso, cielo.
Natacha.
Un besito y una estrella.
Mar
me gustó el final,no lo
esperaba tan tétrico.
Saludos.
Y seguidamente, animarte a que sigas escribiendo relatos de este tipo, es refrescante ver como no te se hace pesado el leer tanto texto, y leerlo tan agusto.
Merece la pena.
Eso del niño-robot es interesante, ahora muchos se ponen en automático y no les inquieta nada, ni la violencia más cruel e inhumana...
Besos
Muchos besos de ésos rimados que nos enviamos...
Un día tuve la feliz ideal de alquilar "Fragiles" y dejársela ver a mi hijo. No pensé que iba a ser tan de miedo, ¿la has visto?
Pûes no hay robot cojo, pero hay niña mecánica coja.
No veas qué noche pasé...
Besos.
Un relato escalofriante.
Es todo un placer conocer este blog, siento que es un espacio que me he perdido demasiado tiempo. Con tu permiso voy a darme un paseo.
Te dejo un beszo
jajaja a ver qué sale Lobito, tiempo al tiempo, igual se vuelve bueno jeje.
Esas imágenes son inherentes a la historia misma Lasosita, sin ellas no sería el niño robot : )
Gracias OPIUM, y gracias por pasarte por aquí. Serás bienvenido siempre que quieras.
Sí debe doler Natacha, mucho.
Gracias Ramón, yo me atrevo con lo que sea, otra cosa es lo que salga jeje.
Gracias Mar, otro besazo.
Gracias despe, igualmente.
Surgió así Marisa, el próximo igual es aún peor :P
Esos son mis verdaderos ojos Lascivia, aunque con un poco de fuego jeje.
Gracias Mixha, el personaje es una mezcla de muchas cosas, entre otras las que mencionas.
Debe dar tericia morder arena eh Estela? jeje.
Muchas gracias Hugo, encantado de tenerte por aquí. Seguiré escribiendo siempre que el tiempo me lo permita.
Efectivamente Nayuribe, cada vez tienen menos miedo y les importa menos el mundo que les rodea.
Gracias Pepa luna, tu también fuiste un gran descubrimiento para mí.
Cris, estoy acostumbrado a ver pelis de terror, pero el día que ví Frágiles en el cine me cagué. No había pensado en la niña esa hasta que la has mencionado. Qué miedo!!!
Lys, me alegro de verte por aquí y más aún de que te guste lo que escribo. Nos leemos!!!
Un gran abrazo a tod@s.
Un besote!!
Quiero conocer TUS ojos!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
Besos lascivos
da miedo pensar que en un futuro no muy lejano, los robots vivirán entre nosotros y nos dificultarán el reconocerlos entre los seres que sigan siendo de carne y hueso.
tu relato escalofriante, y más cuando se trata de un niño.
un saludo!