Cuestión de principios
El percutor estaba amartillado; la bala preparada y el cañón apuntando allá donde la muerte es segura, certera y rápida; un leve rugir; quizás el molesto tintineo de muchos decibelios en los oídos y un instante después oscuridad con sabor a pólvora.
Hay cosas que ninguna conciencia humana es capaz de soportar o asumir aun viviendo un millón de años.
El señor zeta siempre tenía la mente en blanco, algo absolutamente necesario para hacer lo que hacía; no podía permitirse el lujo de reflexionar porque un pensamiento de más supondría el primer paso hacia un final incierto.
Y ocurrió; sólo una vez en muchos años meditó por causas justificadas, sobre un suceso imprevisto, lo que significó una caída libre hasta los adoquines de su volátil existencia; el reloj del arrepentimiento estaba en marcha y sólo había una forma de pararlo, la cual también se había puesto a funcionar.
El dedo índice de una mano derecha comenzaba a presionar muy lentamente el gatillo de un revolver cuya garganta se reflejaba cóncava y deformada en una minúscula gota de sudor, la cual temblequeaba al son de la erizada piel por la que se iba deslizando a trompicones, y cuyo dueño era un amasijo de dolor y miedo.
No se puede saber cuales son los límites de un asesino hasta que das un traspié y caes al otro lado de la línea divisoria.
El señor zeta lo sabía y estaba dispuesto a asumir las consecuencias. Había matado a lo largo de su vida a más gente de la que era capaz de recordar; sin embargo en ese momento pasaba desfilando ante sus ojos el rostro de cada uno de ellos como una proyección de su cerebro hacia la improvisada pantalla de sus párpados cerrados; caras de sorpresa ante la visión de la inminente muerte a manos de un verdugo que se movía sólo por cifras; y siempre el mismo método: acercamiento discreto; tratar de hacer saber a la víctima quién le quería muerto y por último un certero disparo en cabeza o corazón; o en caso necesario, dos; para después desaparecer sin hacer ruido.
Poco esfuerzo y mucho dinero; pero a un precio alto: la conciencia.
La cuenta atrás comenzó en el preciso instante en que ocurrió el giro inesperado; ahora esa cuenta se aproximaba al cero, por lo que el gatillo empezaba a retroceder; por cada micra un recuerdo; por cada poro una gota de sudor; por cada milésima de segundo un rostro asesinado; todos ellos espectantes para ver cómo finalmente todo acaba cayendo por su propio peso.
El percutor se liberó y comenzó el camino de regreso hacia la explosión definitiva que pondría fin al proceso.
Aquello no debió suceder nunca; el jodido destino tenía guardado un juego a cuatro bandas en el que participaban concursantes inesperados; solamente debía morir uno.
Era un trabajo sencillo: localizar a un hombre, seguir el procedimiento de siempre y después vuelta a casa con unos números más en el banco. Pero el señor zeta realizó un cálculo erróneo en cuanto distancia y posición; un fallo no forzado e imperdonable. Él mismo era consciente de que todo asesino a sueldo debe tener unos principios muy claros, y que el honor es algo cuyo valor no puede ser menos que la propia vida.
Esta bala me atravesará la cabeza -pensó- justo en el momento en que el revolver hizo explosión, y antes de que sus propios sesos dieran contra la pared del cuarto de baño desfilaron las dos últimas imágenes por delante de sus ojos: el hombre al que debía matar y justo detrás, la mujer embarazada a la que alcanzó la bala que atravesó a éste. Uno, dos, tres, cuatro.
Hay cosas que ninguna conciencia humana es capaz de soportar o asumir aun viviendo un millón de años.
El señor zeta siempre tenía la mente en blanco, algo absolutamente necesario para hacer lo que hacía; no podía permitirse el lujo de reflexionar porque un pensamiento de más supondría el primer paso hacia un final incierto.
Y ocurrió; sólo una vez en muchos años meditó por causas justificadas, sobre un suceso imprevisto, lo que significó una caída libre hasta los adoquines de su volátil existencia; el reloj del arrepentimiento estaba en marcha y sólo había una forma de pararlo, la cual también se había puesto a funcionar.
El dedo índice de una mano derecha comenzaba a presionar muy lentamente el gatillo de un revolver cuya garganta se reflejaba cóncava y deformada en una minúscula gota de sudor, la cual temblequeaba al son de la erizada piel por la que se iba deslizando a trompicones, y cuyo dueño era un amasijo de dolor y miedo.
No se puede saber cuales son los límites de un asesino hasta que das un traspié y caes al otro lado de la línea divisoria.
El señor zeta lo sabía y estaba dispuesto a asumir las consecuencias. Había matado a lo largo de su vida a más gente de la que era capaz de recordar; sin embargo en ese momento pasaba desfilando ante sus ojos el rostro de cada uno de ellos como una proyección de su cerebro hacia la improvisada pantalla de sus párpados cerrados; caras de sorpresa ante la visión de la inminente muerte a manos de un verdugo que se movía sólo por cifras; y siempre el mismo método: acercamiento discreto; tratar de hacer saber a la víctima quién le quería muerto y por último un certero disparo en cabeza o corazón; o en caso necesario, dos; para después desaparecer sin hacer ruido.
Poco esfuerzo y mucho dinero; pero a un precio alto: la conciencia.
La cuenta atrás comenzó en el preciso instante en que ocurrió el giro inesperado; ahora esa cuenta se aproximaba al cero, por lo que el gatillo empezaba a retroceder; por cada micra un recuerdo; por cada poro una gota de sudor; por cada milésima de segundo un rostro asesinado; todos ellos espectantes para ver cómo finalmente todo acaba cayendo por su propio peso.
El percutor se liberó y comenzó el camino de regreso hacia la explosión definitiva que pondría fin al proceso.
Aquello no debió suceder nunca; el jodido destino tenía guardado un juego a cuatro bandas en el que participaban concursantes inesperados; solamente debía morir uno.
Era un trabajo sencillo: localizar a un hombre, seguir el procedimiento de siempre y después vuelta a casa con unos números más en el banco. Pero el señor zeta realizó un cálculo erróneo en cuanto distancia y posición; un fallo no forzado e imperdonable. Él mismo era consciente de que todo asesino a sueldo debe tener unos principios muy claros, y que el honor es algo cuyo valor no puede ser menos que la propia vida.
Esta bala me atravesará la cabeza -pensó- justo en el momento en que el revolver hizo explosión, y antes de que sus propios sesos dieran contra la pared del cuarto de baño desfilaron las dos últimas imágenes por delante de sus ojos: el hombre al que debía matar y justo detrás, la mujer embarazada a la que alcanzó la bala que atravesó a éste. Uno, dos, tres, cuatro.
Comentarios
Un Abrazo fuerte.
Son tan intensas!
Vas haciendo vivir de una forma magistral el segundero, con cada pensamiento y acción; a través de las letras.
Desvelarás el título de tu inspiración?Estoy intrigada.
Felicidades por lo que construyes de la nada, Oscar!
Un abrazo de película, también!!
Besos
PD: perdona por estar un poco ausente... son épocas.
Besos
Besos
Muchos besos.
TE DEJO BESOOOSSS¡¡¡
Pero lo importante, por lo menos para mi, es tu relato.. intenso y fascinante...me gusta!!
Un beso.
Un beso.
Besicos, guapo
A mi me hizo recordar un cuento de Hemingway, los asesinos. Me pareció intenso como llevas a cada trama por medio de la mente del relato del protagonista, un besote
Un saludo.
Genial como siempre la entrada.
Besos.
Ya os digo que el final no se parece nada, así que no os la estoy chafando y además la recomiendo, es muy entretenida.
Lasosita, me siento orgullosísimo de que digas eso, gracias!!!!
María, todo tiene sus contras, solo hay que saber encontrarlos y yo soy bastante bueno en eso jeje.
Hombre, peor que el niño robot no, porque este al menos tiene principios y conciencia, Reina.
Gracias Sabryna, te hacía desaparecida jeje. El que esperas llegará pronto.
Gracias Gara, con lectores como vosotras da gusto seguir escribiendo y machacandome los sesos jeje : )
Gracias Ana, otro beso.
Rakel, ayer te escribía pero no te llegaba nada... no pude hablar contigo de ninguna forma :(
Gracias Mamen, ahora ya sí la sabes jeje.
Sí, realmente lo importante es el relato, lo de la peli es curiosidad, Sensaciones.
El final que se merecía Ana, nadie queda impune.
Hay gente aparentemente más buena pero con menos conciencia Belén.
No he leído ese cuento Mixha, pero tengo taaaantos libros por leer que me faltan años.
Exactamente borderline, en realidad con cuatro, el juego a cuatro bandas del destino.
Sí lo es Menda, consigue atraparte casi siempre. Gracias por tu visita.
Sí, Bardem en esa peli también es un poco hijo de puta, Elen, pero así son los asesinos : )
Un beso grande
Buena inspiración, y perfecta la narrativa.
Felicidades Oscar, y un abrazo.
Un abrazo
Besos!!!
Un beso Oscar
Pero realmente es magnífico el relato, como siempre :)
Un besito!
Es casi lógico que un asesino a sueldo un "profesional" también los tenga.
Muy buen cuento.
Beso.
El relato es oscuro y está cargado por esa atmósfera pesada que sólo se logra cuando los dilemas de la conciencia se convierten en protagonistas.
Muy interesante el corte inicial y luego la aclaración en el desarrollo para llegar hasta ese final interesante. Muy bueno, Oscar. Besos.
Cada hstoria mil latidos por segundo.
Saludos conversos.
Muy inspirador
Me has dejado sin aliento. Tan vívidas las imágenes en mi mente...
Un beso.
pero no he dejado de pensar en ti!
besos.
No sé qué película será, pero :O :O, es una escena muy clara esa de los sesos contra la pared; y lo malo de eso es que por mucho que así fuera, incluso los míos, no sé si mancharía la pared con pensamientos.
Que digo yo que para tener pensamientos habrá que regarlos con agua y no con tiros; aunque me da que crecen con todo.
Abrazos leyéndote
Miles de besos... eres fantástico
:P
Me gusto mucho esta ultima entrada
Te sigo!
Si Esther, esa era mas o menos mi intención.
Merce, gracias por leerme y mejor si te ha gustado. Estaré encantado de que vengas siempre que quieras.
Si, a veces da la sensación de que se trate de una película antigua Agua, jeje.
La intensidad del momento Lucina, no es para menos.
mimi, lo de las novelas aún no lo contemplo, pero quizás en un futuro si tengo más tiempo libre, sí jeje.
Gracias Lorena, puedes verla, es muy entretenida.
Creo que todos, en mayor o menor medida tenemos principios Marcela.
Y además, los dilemas de la conciencia son los más difíciles de resolver Yurena
Muchas gracias Cemanaca, un placer para mí que me leas.
Gracias por la visita regalo dulce, también yo necesité inspirarme para escribirlo.
Rebecca, es la tensión del momento. Gracias por tu visita.
Espero que te lo hayas pasado bien en esas vacaciones Sabryna.
Igual los sesos en la pared no plasmen pensamientos AntWaters Daza, de hecho estoy seguro de que no los hacen, pero seguro seguro que justo antes de que la bala atraviese tu cabeza, algo se te pasa por la mente : )
Gracias por tu visita y un abrazo.
Parece que me has leído el pensamiento Lobito, cuando pusiste el comentario ya estaba escrito el nuevo relato jeje.
Si te metes en el relato, puedes incluso ver las imágenes despe, un beso.
La peli no está mal Cris, como mínimo pasas un rato entretenido y luego reflexiones otro poco.
Gracias a tí Impaledboy por la visita y el comentario.
Un abrazo a tod@s.