Miradas distantes
El brillo de la calle mojada le devolvía imágenes rugosas de su propio presente. A poca distancia, los transeúntes caminaban envueltos en sus existencias sin hacer el menor incapié en la figura que les observaba solitaria desde el banco, con el pelo revuelto y una pequeña lágrima inundando su ojo izquierdo.
Sentía tristeza; una tristeza sin sentido, de las de ver llover y nublarse el corazón contagiado por los nubarrones.
A mucha distancia en metros y días había alguien llorando cuya tristeza estaba llena de sentido, tanto que podía cubrir la suya y la de la figura del banco.
Dos melancolías unidas en el presente por un pasado que se empeñaba en volver una y otra vez para dejar claro que ahí seguía, machacando sus recuerdos.
Ern y Elisa.
Desde la ventana de un edificio cercano vigilaban cada movimiento de Ern, o mejor dicho, su eterna quietud en aquel banco al que siempre acudía.
Lejos, los cristales de la ventana de Elisa se empañaban de impotencia y odio mientras la camiseta de su pijama se iba mojando de amor salado; ese que nadie quiere.
No había vuelto a ser la misma.
Noche, lluvia, amor, luces.
Ernesto, que así se llama él, había estado junto a Elisa durante tres años; sucesos que ahora, y sólo ahora recordaba, sobre los que paseaba absorto mientras sus ojos sin mirada contemplaban taciturnos el transcurrir de vidas ajenas.
Elisa había estado junto a Ern, pero otro Ern, el que un día fue; otra persona distinta que ya no existía; la había abandonado para siempre en aquel jodido traspié del destino.
Gritos, llantos, sangre, asfalto.
Ella lloraba, más que su mala suerte, la de él; y por una puta vida que ya no tenía sentido. No quería volver a empezar para caer de nuevo; su pijama permanecería pegado a su cuerpo y su mirada a la ventana, como penitencia por la convicción de que había cometido un grave error viniendo al mundo; y la de que éste sólo le depararía sufrimiento.
Luces, ambulancias, llantos, rabia.
El destino no son más que casualidades provocadas por causalidades; unidas una tras otra, haciendo que, por ejemplo, dos personas se conozcan en un determinado momento, y el hecho quede marcado a fuego como algo previamente escrito en su línea de la vida.
Y así ocurrió: una chica joven que sin buscarlo, encontró a un joven que no la buscaba; se conocieron; se llevaron bien, y comenzaron a quererse para después, no concebir sus vidas uno sin otro.
Las vicisitudes de un amor son siempre especiales para quien las vive en primera persona; y para cada cual, el suyo propio es el más especial del mundo, al margen de todo lo demás; así que, el de Ern y Elisa fue el amor más grande jamás contado, pensaba ella con la vista borrosa por las eternas lágrimas que se habían establecido en sus ojos como fastidiosas inquilinas.
Silencios, hospitales, más llantos, más rabia.
Comprendía perfectamente por qué no estaba en ese momento abrazando a Ern y eso la mataba.
Entendía lo que habia ocurrido cuando caminaban por una calle oscura cogidos de la mano y besándose a cada paso.
Sabía sobradamente que no habían visto ese coche por su propia culpa, por su falta de prudencia.
Pero no era capaz de aceptar que el puto destino lo hubiese elegido a él y no a ella.
Unas luces surgieron de la nada, o eso dijeron; no se dieron cuenta hasta que fue demasiado tarde y aquel coche atropelló a Ern, dejando parte de su vida en el borde de la carretera.
Pasó meses en el hospital, con la inseparable compañía de Elisa que esperaba pacientemente su regreso del mundo de los sueños; hablándole sin descanso; movida por esa fuerza inconmensurable que es la esperanza y una sonrisa melancólica de estoy aquí contigo, pero no te tengo.
Él escuchó desde el otro lado, pero no comprendió.
Al despertar, el universo cayó sobre Elisa cuando Ern la miró extrañado y le preguntó: ¿quién eres?
Mucha distancia los separa ahora en metros y días tras comprender ella que todo estaba perdido; que ya no había esperanza; que lo mejor era alejarse de la insoportable tortura que suponía mirar unos ojos que no la reconocían; incapaces de articular palabra y fijos en un horizonte apagado.
Tal vez por eso, ahora, sentado en el banco, una lágrima recorre la mejilla de él, y esa tristeza sin sentido, va cobrándolo poco a poco, como una deuda pendiente.
Sentía tristeza; una tristeza sin sentido, de las de ver llover y nublarse el corazón contagiado por los nubarrones.
A mucha distancia en metros y días había alguien llorando cuya tristeza estaba llena de sentido, tanto que podía cubrir la suya y la de la figura del banco.
Dos melancolías unidas en el presente por un pasado que se empeñaba en volver una y otra vez para dejar claro que ahí seguía, machacando sus recuerdos.
Ern y Elisa.
Desde la ventana de un edificio cercano vigilaban cada movimiento de Ern, o mejor dicho, su eterna quietud en aquel banco al que siempre acudía.
Lejos, los cristales de la ventana de Elisa se empañaban de impotencia y odio mientras la camiseta de su pijama se iba mojando de amor salado; ese que nadie quiere.
No había vuelto a ser la misma.
Noche, lluvia, amor, luces.
Ernesto, que así se llama él, había estado junto a Elisa durante tres años; sucesos que ahora, y sólo ahora recordaba, sobre los que paseaba absorto mientras sus ojos sin mirada contemplaban taciturnos el transcurrir de vidas ajenas.
Elisa había estado junto a Ern, pero otro Ern, el que un día fue; otra persona distinta que ya no existía; la había abandonado para siempre en aquel jodido traspié del destino.
Gritos, llantos, sangre, asfalto.
Ella lloraba, más que su mala suerte, la de él; y por una puta vida que ya no tenía sentido. No quería volver a empezar para caer de nuevo; su pijama permanecería pegado a su cuerpo y su mirada a la ventana, como penitencia por la convicción de que había cometido un grave error viniendo al mundo; y la de que éste sólo le depararía sufrimiento.
Luces, ambulancias, llantos, rabia.
El destino no son más que casualidades provocadas por causalidades; unidas una tras otra, haciendo que, por ejemplo, dos personas se conozcan en un determinado momento, y el hecho quede marcado a fuego como algo previamente escrito en su línea de la vida.
Y así ocurrió: una chica joven que sin buscarlo, encontró a un joven que no la buscaba; se conocieron; se llevaron bien, y comenzaron a quererse para después, no concebir sus vidas uno sin otro.
Las vicisitudes de un amor son siempre especiales para quien las vive en primera persona; y para cada cual, el suyo propio es el más especial del mundo, al margen de todo lo demás; así que, el de Ern y Elisa fue el amor más grande jamás contado, pensaba ella con la vista borrosa por las eternas lágrimas que se habían establecido en sus ojos como fastidiosas inquilinas.
Silencios, hospitales, más llantos, más rabia.
Comprendía perfectamente por qué no estaba en ese momento abrazando a Ern y eso la mataba.
Entendía lo que habia ocurrido cuando caminaban por una calle oscura cogidos de la mano y besándose a cada paso.
Sabía sobradamente que no habían visto ese coche por su propia culpa, por su falta de prudencia.
Pero no era capaz de aceptar que el puto destino lo hubiese elegido a él y no a ella.
Unas luces surgieron de la nada, o eso dijeron; no se dieron cuenta hasta que fue demasiado tarde y aquel coche atropelló a Ern, dejando parte de su vida en el borde de la carretera.
Pasó meses en el hospital, con la inseparable compañía de Elisa que esperaba pacientemente su regreso del mundo de los sueños; hablándole sin descanso; movida por esa fuerza inconmensurable que es la esperanza y una sonrisa melancólica de estoy aquí contigo, pero no te tengo.
Él escuchó desde el otro lado, pero no comprendió.
Al despertar, el universo cayó sobre Elisa cuando Ern la miró extrañado y le preguntó: ¿quién eres?
Mucha distancia los separa ahora en metros y días tras comprender ella que todo estaba perdido; que ya no había esperanza; que lo mejor era alejarse de la insoportable tortura que suponía mirar unos ojos que no la reconocían; incapaces de articular palabra y fijos en un horizonte apagado.
Tal vez por eso, ahora, sentado en el banco, una lágrima recorre la mejilla de él, y esa tristeza sin sentido, va cobrándolo poco a poco, como una deuda pendiente.
Comentarios
sabes llegar a las personas.
Me encanta,
un beso Oscar.
Plasmas muy bien las emociones.
Un enorme beso y un abrazo. Enorme también.
Me ha encantado aunque sea triste, demasiado triste...
Muaksssssssssssssssssssss!!!
Un beso.
Me ha gustado mucho a pesar de la tristeza...
Muchos besos.
Como siempre, has relatado esta historia de una forma excelente.
Besos :)
Saludos.
Besicos
un besito
Una persona sin recuerdos, sin memoria, ha perdido su esencia. El olvido es una asignatura que me da mucho miedo. El pensar que las personas a las que quiero me lleguen a resultar extrañas, me aterroriza. ¿Dónde se queda el amor cuando la mente se pone en off?
¿Latirá el corazón sin razón cuando ella pase delante de él?
Qué triste, Óscar, me has conmovido.
besos
Un saludo.
Me gustó estar por aquí..
SAludos!.
Un beso.
Yo me habría quedado a su lado, sin dudarlo, si es el amor de mi vida, y le contaría´un poco de nuestra felicidad cada día.
Besines
Me encanta lo que escribes!
Saludos,
Sara.
donde el amor a pesar del olvido causal nos se disipa.
Un beso Oscar
No está basado en hechos reales, pero sí que es una situación en la que cualquiera puede verse Lobito.
PinUp, es triste pero al fin y al cabo, ficción. Un beso.
Gracias Ana´s : )
Es cierto que la vida sin ciertas personas estaría vacía, no tendría sentido María, por eso hay que disfrutar el tiempo que estés con ellas.
Gracias Beatriz.
Belén, es lo que todo el mundo pensamos, pero debe ser muy dificil soportar que alguien a quien quieres no te reconozca, no te hable...
Rakel, hay que vivirla, todo lo posible y de la mejor manera posible : )
Eso es lo triste despe, que la persona que fue, ya no está.
Yo creo que el olvido es lo que más tememos todos Ayla, porque como dices, los recuerdos son la vida, sin ellos es como si no la hubiesemos vivido.
Muchas gracias Esther.
Borderline, sin recuerdos no somos nada, no seríamos ni nosotros mismos.
Tormenta gracias por tu visita. El destino, o lo que queremos llamar destino : )
Hay cosas que nos sobrepasan Marcela, y hasta que no nos vemos envueltos en ellas, no sabemos lo que haremos.
En este caso no hay muertos Cris, al menos físicamente.
Es verdad Mary, no lo había pensado pero hay una escena que recuerda a este relato (o viceversa). Muy buena película.
Gracias Yurena, la tristeza forma parte de la vida, y nos hace ser más humanos.
Muchas gracias Sara, a mi me encanta que te pases por aquí a leerme : )
Lucina, el amor siempre está, o eso queremos pensar.
Un beso!!!
Tener el cuerpo de alguien que amaste, pero él ya no está... ni volverá.
Al fin, cáscara vacía.
Demoledor relato, Oscar, y precioso en su intranquilidad!
Graciñas.
Saludos, Oscar...no te agotes.
Me gusta cómo escribes, hace que vea en mi mente lo que narras y te aseguro que éso, poca gente lo consigue, besines
Besicossssssssssss
Me dejas ko.
¿Y no habrá una segunda parte donde él pueda entender al fin y poco a poco el por qué de esa tristeza que lo invade?
Bueno, lo dejo a tu elección.
Muy bueno,pero tan triste como las mismas lágrimas...
Besos.
Besos.
Yo no creo que pudiera soportarlo, pero estoy segura de que haría como Elisa y lo dejaría ir.
Tienes buen registro, Oscar ;)
Buen fin de semana!
Besos :)
Los recuerdos conforman nuestro yo más profundo. Son los que alimentan los actos de nuestro presente y sientan precedente para el futuro. ¿Que es ayer, sino un recuerdo?.
Besitos.
Pero así es la vida, debemos vivirla con todos sus ingredientes.
Un besito.
Besitos grandotes...
Muchas gracias Castrodorrey, nos leemos.
Moni, todo un orgullo conseguir eso, gracias.
Gracias Sibenik, estás invitado siempre que quieras.
Jezabel, te perdono por ser tú jejeje.
Me temo que no habrá segunda parte Marinel, las cosas a veces son así hasta en la fantasía.
Rosa, realmente es algo parecido, solo que en el caso del alzheimer suele ocurrir a edad muy avanzada y muy lentamente.
Debe ser muy duro soportar eso dia a dia pati, por eso quizá lo mejor es alejarse.
Carpe diem Elen, tú lo has dicho.
Loose, siento esas lagrimitas, eso quiere decir que eres sensible, y eso es bueno.
Gracias Ayshane, nos vemos por aquí.
Un Abrazo.
Saludos!
Besos