El nacimiento del niño robot
El día que Sami nació su madre sintió una tristeza extraña.
Desde muy pequeño tuvo flashes que acudían a su cerebro esporádicamente haciéndole sentir una lejana necesidad; algo pequeñito al oído que le susurraba una y otra vez, aunque al pensarlo diera la espalda a esas ideas tan horribles, asustado de sí mismo. Le producía excitación imaginar la escena y cada vez ese pensamiento era más recurrente; los años no hacían más que llenar el montoncito de arena, grano a grano; pero esta vez no se colmaría el vaso, sino que reventaría; solo que aún no lo sabía.
Nació y creció con una pequeña tara que lo marcaría en su infancia por culpa de los crueles niños. Ya veréis hijos de puta, algún dia lo veréis. Y era en esos momentos cuando venían aquellas imágenes y lo embriagaban de satisfacción. Tenía una pierna más corta que la otra; cojeaba; la intentaron corregir durante largo tiempo con aparatos que lo convertían en un niño robot, pero cosas de la vida, empeoró.
Caminaba requeante, circunstancia que además, hizo que su columna también se desviase y a cada paso que daba, al intentar autocorregirse con un leve impulso, hacía un extraño gesto con la cara, terminando de convertirlo en un pequeño monstruito: el robot-cojo.
Los niños nunca son conscientes de su crueldad; es una lucha encarnizada por ser el mejor y a esa edad significa menospreciar al otro para ganar puntos; por lo que eran comunes los corros a su alrededor gritando al unísino robot-cojo mientras él lloraba callado y mirando la suelo.
Sami, como era de esperar, no tuvo amigos, tampoco amigas especiales; de hecho casi no tuvo conocidos. Pasó muchos años en completa soledad, exceptuando las altas dosis de cariño que recibía de sus padres todos los días para compensar; todo y nada en cuestión de minutos.
Cuando el niño robot empezó a tener conocimiento de su sexualidad consideraba un hecho normal masturbarse de vez en cuando con esas imágenes que le acompañaban en su soledad.
Entre putada y putada iba haciéndose grande ese montón de arena y cada grano era una razón más para hacer suyos los pensamientos que surgían de la nada.
Odiaba el colegio; a sus compañeros; a los profesores que no les castigaban; a las personas que le miraban por la calle con cara de lástima unos, jocosa otros. Odiaba a los niños que jugaban al fútbol mientras él los miraba por la ventana; a los ciclistas; a los bailarines; y cuando tuvo conciencia de la pena que sentían sus padres por él, también empezó a odiarlos; con toda su alma.
Esa rabia iba creciendo con él y junto a ésta, la necesidad de hacer algo para calmarla.
A partir de los quince años, el aparato metálico que abrazaba su pierna con correas como una muleta extraña con suela de goma ya no serviría de nada. Había conseguido disimular un poco la cojera; pero el mérito había sido más suyo que del dichoso hierro, porque aprendió con los años a compensar el movimiento de su cuerpo; pero no el rencor.
Cuando le dijo el médico que ya podía quitarse su cruz de la pierna se dibujó una alegre sonrisa en la cara de sus padres que contrastaba con la impasibilidad de la suya; se negó a quitársela pese a la insistencia de todos y volvió a su casa andando con el aparato puesto.
Al llegar les dijo a sus padres que iba a dar un paseo, quería quitarse los hierros en el parque para que lo vieran los demás niños. Ellos sintieron una enorme emoción y orgullo ante aquella entereza.
Pero Sami no fue al parque, en lugar de ello caminó con el aparato puesto sin rumbo fijo, recorriendo calles, vagando; hasta que se encontró con un niño cualquiera en un descampado donde había una higuera y pasaba una acequia.
El pequeño que jugaba distraído levantó la mirada y contempló al niño robot con la inocencia de quien ve un pajarito que no puede volar y quiere ayudarle; éste sonrió por primera vez en muchos años y sin dar tiempo a que cuajara algo de amistad descargó una y otra vez toda la rabia que tenía acumulada sobre cabeza de la única persona que lo había visto como un igual.
Se desabrochó las correas, metió los hierros en la acequia y se deleitó viendo correr la sangre; abandonando la niñez para siempre.
Cuando terminó se quedó mirando al niño muerto y tuvo un flash; volvió a sonreír y regresó a casa con su aparato en la mano, la mayor satisfacción que había sentido en su toda su vida y una promesa.
Desde muy pequeño tuvo flashes que acudían a su cerebro esporádicamente haciéndole sentir una lejana necesidad; algo pequeñito al oído que le susurraba una y otra vez, aunque al pensarlo diera la espalda a esas ideas tan horribles, asustado de sí mismo. Le producía excitación imaginar la escena y cada vez ese pensamiento era más recurrente; los años no hacían más que llenar el montoncito de arena, grano a grano; pero esta vez no se colmaría el vaso, sino que reventaría; solo que aún no lo sabía.
Nació y creció con una pequeña tara que lo marcaría en su infancia por culpa de los crueles niños. Ya veréis hijos de puta, algún dia lo veréis. Y era en esos momentos cuando venían aquellas imágenes y lo embriagaban de satisfacción. Tenía una pierna más corta que la otra; cojeaba; la intentaron corregir durante largo tiempo con aparatos que lo convertían en un niño robot, pero cosas de la vida, empeoró.
Caminaba requeante, circunstancia que además, hizo que su columna también se desviase y a cada paso que daba, al intentar autocorregirse con un leve impulso, hacía un extraño gesto con la cara, terminando de convertirlo en un pequeño monstruito: el robot-cojo.
Los niños nunca son conscientes de su crueldad; es una lucha encarnizada por ser el mejor y a esa edad significa menospreciar al otro para ganar puntos; por lo que eran comunes los corros a su alrededor gritando al unísino robot-cojo mientras él lloraba callado y mirando la suelo.
Sami, como era de esperar, no tuvo amigos, tampoco amigas especiales; de hecho casi no tuvo conocidos. Pasó muchos años en completa soledad, exceptuando las altas dosis de cariño que recibía de sus padres todos los días para compensar; todo y nada en cuestión de minutos.
Cuando el niño robot empezó a tener conocimiento de su sexualidad consideraba un hecho normal masturbarse de vez en cuando con esas imágenes que le acompañaban en su soledad.
Entre putada y putada iba haciéndose grande ese montón de arena y cada grano era una razón más para hacer suyos los pensamientos que surgían de la nada.
Odiaba el colegio; a sus compañeros; a los profesores que no les castigaban; a las personas que le miraban por la calle con cara de lástima unos, jocosa otros. Odiaba a los niños que jugaban al fútbol mientras él los miraba por la ventana; a los ciclistas; a los bailarines; y cuando tuvo conciencia de la pena que sentían sus padres por él, también empezó a odiarlos; con toda su alma.
Esa rabia iba creciendo con él y junto a ésta, la necesidad de hacer algo para calmarla.
A partir de los quince años, el aparato metálico que abrazaba su pierna con correas como una muleta extraña con suela de goma ya no serviría de nada. Había conseguido disimular un poco la cojera; pero el mérito había sido más suyo que del dichoso hierro, porque aprendió con los años a compensar el movimiento de su cuerpo; pero no el rencor.
Cuando le dijo el médico que ya podía quitarse su cruz de la pierna se dibujó una alegre sonrisa en la cara de sus padres que contrastaba con la impasibilidad de la suya; se negó a quitársela pese a la insistencia de todos y volvió a su casa andando con el aparato puesto.
Al llegar les dijo a sus padres que iba a dar un paseo, quería quitarse los hierros en el parque para que lo vieran los demás niños. Ellos sintieron una enorme emoción y orgullo ante aquella entereza.
Pero Sami no fue al parque, en lugar de ello caminó con el aparato puesto sin rumbo fijo, recorriendo calles, vagando; hasta que se encontró con un niño cualquiera en un descampado donde había una higuera y pasaba una acequia.
El pequeño que jugaba distraído levantó la mirada y contempló al niño robot con la inocencia de quien ve un pajarito que no puede volar y quiere ayudarle; éste sonrió por primera vez en muchos años y sin dar tiempo a que cuajara algo de amistad descargó una y otra vez toda la rabia que tenía acumulada sobre cabeza de la única persona que lo había visto como un igual.
Se desabrochó las correas, metió los hierros en la acequia y se deleitó viendo correr la sangre; abandonando la niñez para siempre.
Cuando terminó se quedó mirando al niño muerto y tuvo un flash; volvió a sonreír y regresó a casa con su aparato en la mano, la mayor satisfacción que había sentido en su toda su vida y una promesa.
Comentarios
yo q pnsba q acabaría bien...
La ira de un niño puede ser tan tremenda como el aleteo de las mariposas.
Un besito y una estrella.
Mar
Nadie sabe por qué algunos ante las desgracias se vuelven santos y otros demonios.
Hay algo en el interior más profundo que la humillación y el sufrimiento que hace que se elija uno u otro camino...
Muy bueno. Besos.
Quien cría...
Besicos
Y ese MEME? Me he quedado loca de los pelosssss!!!! :D
Uhm... uhm... no tengo nada que decir! jijiji!
Muakssssssssssss!!!!
Y si...lo hicieron ser así...
Muchos besos.
Has creado un buen personaje, al estilo de Holden Cauldfield ("El guardián entre el centeno") o Jean-Baptiste ("El perfume"). Literariamente son fascinantes, llenos de matices y con muchas vertientes por explorar.
En cuanto a si este tipo de personas nacen o se hacen...
Creo que la predisposición está en los genes, pero si el entorno social no es el adecuado, como bien dices: Ha nacido un mostruo.
Un beso.
http://es.youtube.com/watch?v=iglGxGwSXcI
Un besazo!
Un besito.
Mar, muchas historias empiezan mal, pero también acaban mal.
Ya ví tu post Marcela, hablas de monstruos pero de otra forma : )
Exacto Belén, cría cuervos...
PinUp, no podía hacerte el feo, así que ahí esta el meme jeje.
THEbatzuk, nunca se sabe... ya veremos lo que dura.
Ana, continuará, lo que no se es cuando.
Gracias Elen, he visto el vídeo, y la verdad es que por alguna razón a mi tambien me recuerda al personaje jeje.
Gracias Yurena, es una historia más cotidiana de lo que quisiéramos, pero ahí está.
Claro Agua, aunque si naces predispuesto, y además te predisponen...
Es cierto Lorena, casi todos tienen un pasado turbio, otros simplemente lo llevan dentro.
Jezabel, o.O me has dejado muerto... "El Chico Robot", y te prometo que ni había oído hablar de este libro, que por cierto, leeré porque tiene muy buena pinta, gracias por la recomendación.
Me estoy planteando cambiar el nombre al niño robot... no quiero ser acusado de plagio jeje.
Besicos
Ps io digo que las tendencias malevolas las lleva el ser humano innatas, pero claro k se nos enseña a reprimirlas, lo que es correcto hacer y lo k no es correcto.
y segun las experiencias que tenemos en la infancia formamos un tipo de personalidad.
en este caso, tendencias + experiencias = psicopata
mmm asi es esto de la vida...
Besos
Un final aterrador. Me has puesto los pelillos como escarpias.
Un relato sobrecogedor.
(Que curioso. Como verificación de la palabra me piden "falar". Acabo de hacerlo. En Galicia, Falar, es hablar. ;D Buen fin de semana)
Me ha gustado mucho. Tus palabras me han hecho entender muy bien por qué tanto rencor acumulado.
Me acordé de un amigo, usó un hierro de esos hasta los 15. Lo pasó fatal, ahora, dice haberlo superado.
Complicada infancia que condiciona todo..ay!
En fin
Besitos febriles!
Tu historia a parte de tener fundamento está muy bien relatada, y resaltas las partes claves para que entiendas el por qué de un desenlace tan trágico.
Te pones en la piel del verdugo que tantas veces es castigado sin escrúpulos por la sociedad. Siendo él una víctima del sistema
Un saludo.
Hola Oscar, soy yo, la de la mano bonita, aunque haya cambiado de foto...
En serio, que gran historia, como siempre, y gran final.
Besitos!
No creo que nadie se haga "malo", sino que las coas que le van pasando son la que construyen el fin de su ser...
Aunque eso sí, no le justifica de ser un asesino...
Un besooo y muchas gracias por pasar por mi blog y por tus palabras. Nos leemos!!
UN BESOOOOTEEEE¡¡
Normalmente un niño se adapta a sus limitaciones, lo veo cada día y es capaz de vivir feliz con ellas, y los demás niños lo ven como otro igual.
Lo has escrito de forma maravillosa.
Un beso sin limitaciones.
en fin voy con mucho lío xo no me podía ir sin devolverte una pequeña huella blog :) saludoosss¡¡
Pero tampoco ese final, jajaja.
Un buen giro, sí señor.
Un beso muak....
De cualquier manera, como puedes imaginar, me he sentido muy identificado. Gran texto.
Un abrazo
Es como dices Tornasol, si además de nacer así, te hacen así, acabas como acabas.
Pues falemos Ayla, a mi me encanta hablar, me puedo pasar horas y horas : )
Oh my cat!! Cristicienta, jeje, siempre me ha hecho gracia la expresión. Me gustan los finales inesperados. Un beso.
Alatriste, pienso igual que tú, nos falta tiempo para poder disfrutar más de este tipo de cosas. Un abrazo y encantado como siempre de tenerte por aquí.
Borderline, casi todas esas conductas vienen motivadas por la soledad y la exclusión. Estamos en una sociedad en la que hay más soledad que nunca.
Gracias despe, un beso.
Cris, cambias más de foto que yo de camiseta jejeje. Un beso trebol de seis hojas.
Nada justifica ser un asesino acoolgirl, pero en este caso hasta puede llegar a entenderse.
Mamen, no solo te lo permito, si no que además estoy encantado!! Un beso.
Gracias Pepa Luna, encantado de habernos encontrado : )
Los monstruos efectivamente los crea la sociedad Rakel. Un beso.
La educación es fundamental Lia, porque como bien dices, debe enseñarnos a adaptarnos, y no puede estar fundamentada en la pena o en la lástima, que nos hará sentirnos peor.
Me alegro de que saques un momentito para mí María_mr, un beso.
Un final radical para el comienzo de una historia que tendrá más entregas Luna jeje.
Eso es bueno Estela, significa que no te lo esperabas : )
Sibenik, durante mi infancia, uno de mis mejores amigos tenía exactamente el mismo problema, llevó el aparato durante varios años y finalmente se corrigió. Él era y es buena persona y no tuvo ningún problema de integración. De hecho en mi barrio no podía faltar él para las típicas travesuras de pequeños : )
Gracias Mixha, realmente no sabía como iba a terminar hasta que llegué al final jeje. Mis relatos son un misterio hasta para mí : )
Un abrazo fuerte a todos
un besote
Enhorabuena... siempre es un placer leerte.
Un besazo.
Impresionantemente bueno, como todos los tuyos,Oscar!!
Un beso!!
besos
Muchas gracias Lobito, igualmente es un placer recibir tus comentarios y leerte.
Este es el principio de algo terrorífico Lasosita jeje. Gracias.
Así es Esther, una pena que incluso esas cosas lleguen a hacerse realidad.
Un beso grande.