Placeres (parte II)
Antes de éste, hay un Primer Acto, no es imprescindible leerlo, pero sí recomendable.
...me arrodillé frente a tí abriéndote las piernas, mirándote a los ojos con mis ojos locos de lascivia, y me introduje entre ellas al tiempo que tu cabeza daba un respingo hacia arriba y dejabas escapar un gemido de puro placer, entregándote por completo...
No pudiste aguantar más. Lo estabas deseando fervientemente.
El orgasmo llegó a tí como un torrente arrollador.
Tu cuerpo se había convertido en una electrificada bomba que al estallar hizo convulsionar todo tu cuerpo y deleitar mis oídos con un sonoro gemido que estremeció hasta las paredes.
Durante unos maravillosos segundos el único sonido de la habitación era tu respiración agitada que trataba de restablecer la normalidad en tu cuerpo mientras me mirabas, con tus preciosos ojos entrecerrados, en tono desafiante, pero a la vez inmensamente agradecida.
Aquello no había hecho más que empezar.
Te tenía absolutamente presa de mis caprichos, eras consciente de que estabas entregada totalmente a mí, y el solo hecho de pensarlo te excitaba salvajemente y hacía que volviesen los jadeos pidiendo más, mucho más.
Acerqué mi cara hacia la tuya despacio, disfrutando, sin dejar de mirarte ni un instante; tus ojos seguían desafiándome y abrí la boca para encontrarme de nuevo con tu lengua, que me esperaba impaciente.
Aún semirrecostada, te incorporaste un poco y me puse sobre tí apartando tu pelo humedecido; tus manos bajaron por mi espalda hasta posarse en mis nalgas firmemente para atraerme aún más hacia tí, pegando mi cuerpo al tuyo, mi cadera a tu pecho, y comenzaste a besarme cálidamente la zona abdominal acariciando hasta mi alma.
Me debías algo, y estabas deseosa de devolvérmelo, así que me tumbaste en el sofá, colocaste tus manos en mi pecho descendiendo pausadamente y tus labios hicieron que me entregase al más excitante y morboso de los placeres.
Pero sabías que aún quedaba mucho partido por jugar y tu lengua volvió a recorrerme por completo hasta llegar de nuevo a mi boca, colocándote sobre mí y comenzando un jueguecito en el que participaba cada poro de nuestra piel.
Tus labios se habían acostumbrado a los míos y no dejaban de explorarlos con avidez; acariciándome el pelo con tus dedos; mi pecho con tus pezones; mi espíritu con el tuyo.
Estaba llegando al límite; volví a apresar tus nalgas y con un suave pero firme movimiento te aproximé; tú te dejaste guiar sin dejar de besarme y poco a poco me introduje en tí, sintiendo tus uñas clavarse en mis hombros y escuchando de nuevo ese excitante gemido que se te escapaba por las comisuras de nuestros labios.
Y comenzaste a moverte rítmicamente, como activada por la llave que puso en marcha el mecanismo de tu cuerpo; subías; bajabas; me hacías sentir de nuevo el roce de tus pezones; tus manos sobre mis hombros apretándolos con fuerza; y otra vez esos maravillosos jadeos que me volvían loco.
Disfrutabas llegando hasta el límite, subir despacio para volver a bajar sintiendo cómo milímetro a milímetro iba penetrando en tí hasta que tus muslos chocaban con los míos y volvías a tomar aire para soltarlo temblando de pasión; abriendo los ojos, mirándome y sonriendo para volverlos a cerrar apretando los dientes.
Parecía que nos hubiesen moldeado conectados uno al otro.
De un impulso me incorporé, sujetándote con fuerza, poniéndome en pie y llevándote conmigo; cubiertos de sudor y de vida; me dejé caer sin soltarte, quedando esta vez sobre tí y comenzando a moverme a mi antojo, marcando el ritmo, acelerando, deteniéndome, mordiéndote el cuello y la boca mientras tú arañabas mi espalda más y más fuerte con cada embestida de mis caderas.
Estabas en pleno éxtasis.
Tu mente nublada sólo era capaz de pensar en la excitación y el placer infinito que sentía tu cuerpo.
Tus gemidos descontrolados retumbaban al ritmo de cada uno de los impactos de nuestros cuerpos.
Y sucedió.
Miles de millones de estrellas cruzaron tus ojos, cerrados con fuerza, mientras tus dedos se clavaban empujándome hacia tí, pidiendo más; suplicando que no parase... que no parase.
Y un grito ahogado marcó el final cuando todas las cuerdas de nuestros cuerpos se tensaron al unísono en una coordinada melodía celestial que te hizo saber, por fin,
por
qué
y
para
qué
habías
nacido.
Mirando mis ojos también nublados y jadeantes, me besaste, esta vez cariñosamente, y nos incorporamos empapados en sudor, sabiendo ambos que esto no era sino el principio.
Y brindamos completamente desnudos con las copas de vino aún llenas, cómplices silenciosas de cada uno de aquellos instantes.
...me arrodillé frente a tí abriéndote las piernas, mirándote a los ojos con mis ojos locos de lascivia, y me introduje entre ellas al tiempo que tu cabeza daba un respingo hacia arriba y dejabas escapar un gemido de puro placer, entregándote por completo...
No pudiste aguantar más. Lo estabas deseando fervientemente.
El orgasmo llegó a tí como un torrente arrollador.
Tu cuerpo se había convertido en una electrificada bomba que al estallar hizo convulsionar todo tu cuerpo y deleitar mis oídos con un sonoro gemido que estremeció hasta las paredes.
Durante unos maravillosos segundos el único sonido de la habitación era tu respiración agitada que trataba de restablecer la normalidad en tu cuerpo mientras me mirabas, con tus preciosos ojos entrecerrados, en tono desafiante, pero a la vez inmensamente agradecida.
Aquello no había hecho más que empezar.
Te tenía absolutamente presa de mis caprichos, eras consciente de que estabas entregada totalmente a mí, y el solo hecho de pensarlo te excitaba salvajemente y hacía que volviesen los jadeos pidiendo más, mucho más.
Acerqué mi cara hacia la tuya despacio, disfrutando, sin dejar de mirarte ni un instante; tus ojos seguían desafiándome y abrí la boca para encontrarme de nuevo con tu lengua, que me esperaba impaciente.
Aún semirrecostada, te incorporaste un poco y me puse sobre tí apartando tu pelo humedecido; tus manos bajaron por mi espalda hasta posarse en mis nalgas firmemente para atraerme aún más hacia tí, pegando mi cuerpo al tuyo, mi cadera a tu pecho, y comenzaste a besarme cálidamente la zona abdominal acariciando hasta mi alma.
Me debías algo, y estabas deseosa de devolvérmelo, así que me tumbaste en el sofá, colocaste tus manos en mi pecho descendiendo pausadamente y tus labios hicieron que me entregase al más excitante y morboso de los placeres.
Pero sabías que aún quedaba mucho partido por jugar y tu lengua volvió a recorrerme por completo hasta llegar de nuevo a mi boca, colocándote sobre mí y comenzando un jueguecito en el que participaba cada poro de nuestra piel.
Tus labios se habían acostumbrado a los míos y no dejaban de explorarlos con avidez; acariciándome el pelo con tus dedos; mi pecho con tus pezones; mi espíritu con el tuyo.
Estaba llegando al límite; volví a apresar tus nalgas y con un suave pero firme movimiento te aproximé; tú te dejaste guiar sin dejar de besarme y poco a poco me introduje en tí, sintiendo tus uñas clavarse en mis hombros y escuchando de nuevo ese excitante gemido que se te escapaba por las comisuras de nuestros labios.
Y comenzaste a moverte rítmicamente, como activada por la llave que puso en marcha el mecanismo de tu cuerpo; subías; bajabas; me hacías sentir de nuevo el roce de tus pezones; tus manos sobre mis hombros apretándolos con fuerza; y otra vez esos maravillosos jadeos que me volvían loco.
Disfrutabas llegando hasta el límite, subir despacio para volver a bajar sintiendo cómo milímetro a milímetro iba penetrando en tí hasta que tus muslos chocaban con los míos y volvías a tomar aire para soltarlo temblando de pasión; abriendo los ojos, mirándome y sonriendo para volverlos a cerrar apretando los dientes.
Parecía que nos hubiesen moldeado conectados uno al otro.
De un impulso me incorporé, sujetándote con fuerza, poniéndome en pie y llevándote conmigo; cubiertos de sudor y de vida; me dejé caer sin soltarte, quedando esta vez sobre tí y comenzando a moverme a mi antojo, marcando el ritmo, acelerando, deteniéndome, mordiéndote el cuello y la boca mientras tú arañabas mi espalda más y más fuerte con cada embestida de mis caderas.
Estabas en pleno éxtasis.
Tu mente nublada sólo era capaz de pensar en la excitación y el placer infinito que sentía tu cuerpo.
Tus gemidos descontrolados retumbaban al ritmo de cada uno de los impactos de nuestros cuerpos.
Y sucedió.

Miles de millones de estrellas cruzaron tus ojos, cerrados con fuerza, mientras tus dedos se clavaban empujándome hacia tí, pidiendo más; suplicando que no parase... que no parase.
Y un grito ahogado marcó el final cuando todas las cuerdas de nuestros cuerpos se tensaron al unísono en una coordinada melodía celestial que te hizo saber, por fin,
por
qué
y
para
qué
habías
nacido.
Mirando mis ojos también nublados y jadeantes, me besaste, esta vez cariñosamente, y nos incorporamos empapados en sudor, sabiendo ambos que esto no era sino el principio.
Y brindamos completamente desnudos con las copas de vino aún llenas, cómplices silenciosas de cada uno de aquellos instantes.
Comentarios
Un Abrazo fuerte
Podía identificarme, sentir, ... uhm... me ha gustado mucho :)
Muaksssssssssssss!!!!
Besos
Besos.
Besicos
¡No me arrepiento! Lo que ya no sé es si dormiré mejor; mañana te lo cuento...
Besos dulces y felices placeres
Uffff...
Muy bueno, el polvo y el relato.
Te mereces un par de besazos.
Sigue escribiendo, sabes expresar muy bien estos encuentros ;)
Un beso.
( p.d.: Sin duda esto ya lo sabes, pero... tío, en este blog somos todo tías!. Relatos eroticos, lencería sexy venta vía internet y a vivir)
Besos
( p.d.: cuánto mides? De altura. de altura de todo el cuerpo, digo)
besos
María, Gracias!!
Yurena, hasta yo me sonrojé al leerlo después de escribirlo! jeje
M.D.Percara, solo un relato, pero basado en realidades...
Belén, sin tapujos, POLVAZO.
Reina, espero que hayas dormido bien, o por lo menos con pensamientos dulces :P
Lobito, la deuda está saldada, pero ambos saben que la cosa no ha acabado ahí.
Ana, igualmente, espero que hayas dormido bien...contenta :P
Mixha, nada mejor que un relato erótico para descansar y relajarte.
Jezabel, me ruborizas!! has impreso el relato, menudo honor!
Y efectivamente, por alguna razón casi todos los comentarios de mi son femeninos, aunque tampoco lo he buscado, pero me agrada, voy a plantearme tu idea de la lencería vía internet jeje
En cuanto a mis medidas... mejor para un momento íntimo :P
Esther, muchas gracias, como ya he dicho alguna vez, me introduzco en el personaje y todo fluye!
Besazos
Cuánta pasión!.....
Eea, ahora un sueñecito reparador, que hay que reponer fuerzas por lo que pueda pasar......
Un besito.
¿Y tú?
Besos
Reina, ya leí tu texto y te puedo decir que entre ese y el mío, tuve una noche inquieta jeje.
Besos
Muy bueno, al igual que el primero.
Un beso.
besos.
(a que parece el comentario de alguien serio??? jeje)
A quien no le gustan los finales felices.
Excelente.
Un beso grande.
Lorena, si tuviese que elegir como morir, sería así :P
Rosa, como bien dices, intento mantenerme todo lo que puedo apartado de sensiblerías y chabacanerías, pero es difícil como bien dices. Respecto del comentario de alguien serio, para nada!! jeje.
Marcela, cuando nos ponemos en la piel del protagonista, todos queremos un final feliz : )
Besos
y como no xikillo...tu blog ai q leerlo detenidamente viviendo cada momento, cada parrafo escrito...y mmmm...delicioso dulce para ir a dormir...el unico inconveniente q le encuentro q es solo una lectura ;P...jajaja...besicos nos vemos.
tú relato sí que es música..
qué te pasa con el msn? Y, lo sé, ESA noche no es tan especial. Y, sí, a la mierda todas esas noches que en realidad son como todas las demás.
:) Acabo de llegar de la cena de navidad de la empresa. Y lo mejor de la noche...sin duda, leerte. :)
Un beso
:P
Soberbio (tú y el polvo, claro)!
Besines :)
Lorena, espero que fuese un buen colofón para tu cena de navidad jeje.
Lucina, hay muchas formas de ver las estrellas, y no todas pasan por salir al balcón como bien dices :P
Pati, los tendrás :P
Cris, todo se andará, como ves todo ha quedado abierto a posibles precuelas ó secuelas (véase encuentros placenteros, placenterísimos)
Besos
Enhorabuena compañero.
Despertaste mis sentidos en esta tarde de sábado. Lo tenía que haber leído por la noche. Je, je, je.
Un abrazo muy grande.
Un Abrazo