Luna sobre el asfalto
Era una tranquila noche despejada en la que la luna hacía alarde de una majestuosidad incomparable sobre el suntuoso manto de hierba que crecía a lo largo y ancho de aquel paraje.
El frío viento viajaba a través de las olas que iba formando sobre la alfombra verde, tornada gris por el reflejo de un cielo inmaculadamente limpio en el que millones de estrellas campaban a sus anchas, vistas sin el incordio de una contaminación lumínica que brillaba por su ausencia.
Nada a kilómetros de distancia. Se respiraba paz.
La sinuosa y estrecha carretera recortaba el paisaje con un toque de artificialidad que hacía entretenido un trayecto aparentemente agotador.
Casi todo era absoluta quietud. Casi.
Las luces del coche alumbraban el escenario de un cuadro pintado por una realidad que a veces nos sorprende con una macabra imaginación; miles de trocitos de cristal esparcidos por la carretera daban la apariencia del brillo de las estrellas reflejado en el asfalto.
Aún sonaba la música que horas antes había grabado Elías para el viaje, como un leve murmullo en la lejanía; y aún giraba una de las ruedas, que iba deteniendo su inercia paulatinamente. Todo había sido rápido y distante; cuestión de segundos; un gran estruendo en la oscuridad y de nuevo el silencio alrededor.
La existencia es efímera; venimos, permanecemos y finalmente nos vamos, pero el mundo sigue girando, sin inmutarse.
Y ahí estaba Elías, tumbado, con los ojos abiertos; percibiendo el remoto sonido de la música y mirando al cielo sin sentir absolutamente nada, como flotando sobre el mar en calma. Confuso.
Poco después volvió a la realidad, supo lo que había ocurrido y tembló de miedo al comprobar que no era capaz de moverse.
Las estrellas se tornaron traslúcidas cuando sus ojos se inundaron de lágrimas de angustia.
Tras unos minutos de llanto desconsolado, consiguió concentrarse y empezó a mover ligeramente los dedos de ambas manos sintiendo el hormigueo subir.
Era consciente de que esa carretera podría estar días sin que nadie la transitara, y además, a él no lo echarían en falta hasta muchas horas después.
Una eternidad más tarde había conseguido mover el brazo derecho y girar la cabeza hacia ambos lados. Permanecía tumbado sobre el borde de la carretera, justo bajo los faros del coche. Inexplicablemente había salido despedido llendo a parar al lugar donde estaba, a escasos centímetros de haber muerto aplastado. Sin embargo, seguía sin poder mover medio cuerpo e indudablemente había algo más, porque notaba el sabor de la sangre en su boca.
Recordó que llevaba el teléfono en el bolsillo del pantalón, así que con gran esfuerzo consiguió extraerlo y comprobó que aún funcionaba. Maquinalmente sus dedos marcaron un número; la primera persona en quien pensó cuando se cruzó aquel animal en su camino y perdió el control del coche; la persona que siempre tenía en su mente.
Cuando sonó la voz de su novia al otro lado cayó en la cuenta de que no había pensado qué decirle, y sus primeras palabras fueron las de siempre:
-¡Hola pequeña!
El frío viento viajaba a través de las olas que iba formando sobre la alfombra verde, tornada gris por el reflejo de un cielo inmaculadamente limpio en el que millones de estrellas campaban a sus anchas, vistas sin el incordio de una contaminación lumínica que brillaba por su ausencia.
Nada a kilómetros de distancia. Se respiraba paz.

La sinuosa y estrecha carretera recortaba el paisaje con un toque de artificialidad que hacía entretenido un trayecto aparentemente agotador.
Casi todo era absoluta quietud. Casi.
Las luces del coche alumbraban el escenario de un cuadro pintado por una realidad que a veces nos sorprende con una macabra imaginación; miles de trocitos de cristal esparcidos por la carretera daban la apariencia del brillo de las estrellas reflejado en el asfalto.
Aún sonaba la música que horas antes había grabado Elías para el viaje, como un leve murmullo en la lejanía; y aún giraba una de las ruedas, que iba deteniendo su inercia paulatinamente. Todo había sido rápido y distante; cuestión de segundos; un gran estruendo en la oscuridad y de nuevo el silencio alrededor.
La existencia es efímera; venimos, permanecemos y finalmente nos vamos, pero el mundo sigue girando, sin inmutarse.
Y ahí estaba Elías, tumbado, con los ojos abiertos; percibiendo el remoto sonido de la música y mirando al cielo sin sentir absolutamente nada, como flotando sobre el mar en calma. Confuso.
Poco después volvió a la realidad, supo lo que había ocurrido y tembló de miedo al comprobar que no era capaz de moverse.
Las estrellas se tornaron traslúcidas cuando sus ojos se inundaron de lágrimas de angustia.
Tras unos minutos de llanto desconsolado, consiguió concentrarse y empezó a mover ligeramente los dedos de ambas manos sintiendo el hormigueo subir.
Era consciente de que esa carretera podría estar días sin que nadie la transitara, y además, a él no lo echarían en falta hasta muchas horas después.
Una eternidad más tarde había conseguido mover el brazo derecho y girar la cabeza hacia ambos lados. Permanecía tumbado sobre el borde de la carretera, justo bajo los faros del coche. Inexplicablemente había salido despedido llendo a parar al lugar donde estaba, a escasos centímetros de haber muerto aplastado. Sin embargo, seguía sin poder mover medio cuerpo e indudablemente había algo más, porque notaba el sabor de la sangre en su boca.
Recordó que llevaba el teléfono en el bolsillo del pantalón, así que con gran esfuerzo consiguió extraerlo y comprobó que aún funcionaba. Maquinalmente sus dedos marcaron un número; la primera persona en quien pensó cuando se cruzó aquel animal en su camino y perdió el control del coche; la persona que siempre tenía en su mente.
Cuando sonó la voz de su novia al otro lado cayó en la cuenta de que no había pensado qué decirle, y sus primeras palabras fueron las de siempre:
-¡Hola pequeña!
continúa en Luna sobre el asfalto (parte II)
Comentarios
Por otro lado hay que reconocer que el tal Elías.. es mucho Elías pues después de lo que le ha pasado lo primero que le dice es : "Hola pequeña", me recuerda un poco a esos héroes de la TV que son duros y que pese a que yo estaría muertecita de miedo... ellos mantienen no sólo la calma sino el sentido del humor.
Un abrazo y espero poder ver como termina.
besos
besicos
Ana, si te soy sincero, ni yo mismo sé como sigue.
hawkeye, puedes visitar mi blog siempre que quieras, encantado de tenerte por aquí.
Esther, la foto ayuda un poco jeje. Y como digo, aun no sé que pasará con Elías : )
Hola pequeña Belen!!! :p
Un Abrazo
Te leo
Un saludo
Con respecto a la frase final "Hola pequeña" puede sonar a frase mil veces repetida en televisión, pero depende de cómo se diga, también puede sonar bien. A mi me gusta.
Espero la continuación. Abrazos.
Bueno, espero la continuación. Un besazo
Sí, Xhelazz es genial y, sí, es un consuelo que te gustara mucho "Ghost"...
lo de "hola pequeña", es algo personal pero SÓLO A MI ME SALUDABAN ASÍ! Es otro tipo de cosas que una cree fervientemente a los quince años, el hecho de que tu novio sea el único novio del mundo que llama así a su novia jajaja Aun así me ha encantado :) y no es una crítica eh
un abrazo
Sobre el famoso 'hola pequeña' , es un recurso 'cariñoso' bastante utilizado entre parejas, precisamente por eso lo puse, por que Elías en ese momento de tensión quiere reflejar entereza y ánimos para no asustar a su novia :p
Un abrazo!!
Espero no tardes mucho en continuar el relato, puesto que de lo contrario, tendré que volver a leer este capítulo. Puta memoria…
Además, odio recurrir al alprazolam :P
donde esta tu libro
un abrazo fuerte
un relato que atrapa hasta el final
Parecía un paisaje cuajado de magia y tras la idílica descripción, nos damos de bruces con una realidad aplastantemente cruel...
Espero el siguiente capítulo a ver si la ayuda viene rápida.
Desde luego, lo que no se puede negar es la aparente calma que muestra a su pequeña...
Besos.
Dios mío, qué bien lo has descrito todo. No he leído el desenlace (lo haré más tarde), pero vamos, me puedo imaginar perfectamente lo que sería estar ahí solo... escuchando de fondo la música de su CD.
Y lo de llamar a su novia y decirle "hola pequeña", como si no pasara nada, muy bonito.
Yo también seguiré leyéndote. Con este artículo ya me has conquistado.
Besos
Seguiré leyendo entradas tuyas, si me lo permites.
Un saludo!!