La sala de los juguetes
Desde el silencio y la oscuridad de una conciencia perdida en algún lugar indeterminado llegaba un grito de horror que aumentaba paulatinamente hasta convertirse en un terrible alarido. Una punzada llegó a su cerebro y despertó para darse cuenta de que en realidad ese espanto provenía de su propio interior.
Al recuperar la consciencia se percató de que la pesadilla seguía siendo realidad y sintió náuseas ante la visión de su pierna cortada por encima de la rodilla, acabando en un muñón oscurecido, cubierto por una especie de vendaje a base de retales amarillentos. El dolor se había vuelto tan insoportable que nublaba todo a su alrededor impidiéndole pensar en otra cosa. A ello se unía un sofocante hedor a humedad, sangre y podredumbre.
De pie, frente a las ruinas de Miguel se encontraba Sami, aún sonriendo como si la escena fuese de lo más divertida.
Instintivamente deseaba con todas sus fuerzas tocarse la pierna, tratar de calmar esa angustia de cualquier forma, pero sus manos seguían atadas tras la espalda. Apretó los dientes hasta no sentirlos; gritó desesperadamente moviendo la cabeza, golpeándose con la pared, pero nada calmaba el volcán que sentía por cada palpitación.
Incapaz de articular palabra, su mente era un vórtice de aguas negras por el que escapaba rabiosamente toda lucidez.
Cuando un niño descubre un juego nuevo, siempre quiere explotarlo hasta la saciedad; y Sami tenía los medios para ello. Llevaba años documentándose; conocía perfectamente todo lo que debía hacer, sabía qué tipo de tranquilizantes usar; las cantidades para cada momento. Se hizo con las herramientas necesarias, un kit de tortura con material quirúrgico; aprendió cómo debía practicar amputaciones; cómo curarlas; el tiempo que durarían los efectos del sedante. Nada se le escapaba porque sentía entusiasmo por su nuevo deporte.
Y si algo fallaba, tampoco importaba demasiado.
Le administró una nueva dosis de sedante y a los pocos minutos, el dolor de Miguel había remitido considerablemente. Cuando por fin consiguió hablar lo único que acertó a decir fue: por qué
-Esa pregunta es ambigua. ¿Quieres saber por qué estás aquí o por qué no te he matado todavía?
-¿Por qué me haces esto Sami?
-Creo que en este momento lo que menos te debería preocupar es por qué estás aquí. Y no me llames así después de tantos años. Hay confianza.
La voz de Miguel sonaba distante por los efectos de la sedación. Se encontraba en un estado de semi inconsciencia que le impedía expresarse o pensar con lucidez.
El niño robot se acercó un poco más.
-Voy a hacerte una pregunta: ¿Recuerdas en qué pierna llevaba yo el aparato?
-Esto... esto es una locura.
-Vamos, no es tan difícil, solo tienes que mirarte -soltó una carcajada.
-¡Estás loco!
-Así no vamos a llegar a ninguna parte.
Te contaré un secreto; verás, no estoy muy al tanto con el tema de las curaciones, así que es probable que tu pierna esté empezando a gangrenar; fíjate en la chapuza que he hecho ahí, tengo poca práctica, pero tranquilo, iré aprendiendo. Quizá con la otra pierna haya más suerte.
Al escuchar estas últimas palabras, Miguel volvió a perder el sentido.
La sensación que experimentaba el niño robot en ese momento era indescriptible; aquello se había convertido en una droga con la que toda su adrenalina se mantenía en ebullición. Estaba vivo, más vivo que nunca; era como si su alma absorbiese toda la energía de aquel cuerpo moribundo que yacía en el suelo víctima de los más atroces sufrimientos.
El destino de Miguel había sido grabado a fuego muchos años antes por el bolígrafo del hombre que escribió los nombres de los niños que serían compañeros de Sami en el colegio; niños cuya naturaleza es cruel pero no perversa. Muchos destinos se escribieron ese día.
A los pocos minutos volvía a despertar, pero ya no era él, sino el zombie de unos restos humanos tirados como harapos en un suelo inmundo. Se había convertido en un despojo que no acertaba a encadenar dos pensamientos seguidos, y con el dolor punzante que comenzaba en su pierna y se extendía por cada centímetro de su cuerpo, palpitando una y otra vez, cubriendo absolutamente todo de rojo y negro.
La única palabra que tenía residente durante todo el rato era muerte, y la certidumbre de que vendría tarde o temprano de las manos de aquel chiquillo tarado, ahora convertido en monstruo.
Nunca se sabrá si las palabras que pronunció en aquel instante las había conseguido reflexionar con suficiente lucidez, pero las dijo con voz firme y lágrimas en los ojos: por favor, mátame ya.
Y con un juguetón cosquilleo en el estómago, Sami se dirigió a su mesa de trabajo para coger unas correas, trapos, y su última mejor amiga: la sierra de amputar.
Mientras se acercaba con paso calmado al cuerpo de nuevo inconsciente de Miguel, saboreando cada segundo, dirigió la mirada hacia el fondo de la estancia y con una alegre sonrisa dijo: Qué bien, me alegro de que hayas despertado justo a tiempo, Alicia.
Al recuperar la consciencia se percató de que la pesadilla seguía siendo realidad y sintió náuseas ante la visión de su pierna cortada por encima de la rodilla, acabando en un muñón oscurecido, cubierto por una especie de vendaje a base de retales amarillentos. El dolor se había vuelto tan insoportable que nublaba todo a su alrededor impidiéndole pensar en otra cosa. A ello se unía un sofocante hedor a humedad, sangre y podredumbre.
De pie, frente a las ruinas de Miguel se encontraba Sami, aún sonriendo como si la escena fuese de lo más divertida.
Instintivamente deseaba con todas sus fuerzas tocarse la pierna, tratar de calmar esa angustia de cualquier forma, pero sus manos seguían atadas tras la espalda. Apretó los dientes hasta no sentirlos; gritó desesperadamente moviendo la cabeza, golpeándose con la pared, pero nada calmaba el volcán que sentía por cada palpitación.
Incapaz de articular palabra, su mente era un vórtice de aguas negras por el que escapaba rabiosamente toda lucidez.
Cuando un niño descubre un juego nuevo, siempre quiere explotarlo hasta la saciedad; y Sami tenía los medios para ello. Llevaba años documentándose; conocía perfectamente todo lo que debía hacer, sabía qué tipo de tranquilizantes usar; las cantidades para cada momento. Se hizo con las herramientas necesarias, un kit de tortura con material quirúrgico; aprendió cómo debía practicar amputaciones; cómo curarlas; el tiempo que durarían los efectos del sedante. Nada se le escapaba porque sentía entusiasmo por su nuevo deporte.
Y si algo fallaba, tampoco importaba demasiado.
Le administró una nueva dosis de sedante y a los pocos minutos, el dolor de Miguel había remitido considerablemente. Cuando por fin consiguió hablar lo único que acertó a decir fue: por qué
-Esa pregunta es ambigua. ¿Quieres saber por qué estás aquí o por qué no te he matado todavía?
-¿Por qué me haces esto Sami?
-Creo que en este momento lo que menos te debería preocupar es por qué estás aquí. Y no me llames así después de tantos años. Hay confianza.
La voz de Miguel sonaba distante por los efectos de la sedación. Se encontraba en un estado de semi inconsciencia que le impedía expresarse o pensar con lucidez.
El niño robot se acercó un poco más.
-Voy a hacerte una pregunta: ¿Recuerdas en qué pierna llevaba yo el aparato?
-Esto... esto es una locura.
-Vamos, no es tan difícil, solo tienes que mirarte -soltó una carcajada.
-¡Estás loco!
-Así no vamos a llegar a ninguna parte.
Te contaré un secreto; verás, no estoy muy al tanto con el tema de las curaciones, así que es probable que tu pierna esté empezando a gangrenar; fíjate en la chapuza que he hecho ahí, tengo poca práctica, pero tranquilo, iré aprendiendo. Quizá con la otra pierna haya más suerte.
Al escuchar estas últimas palabras, Miguel volvió a perder el sentido.
La sensación que experimentaba el niño robot en ese momento era indescriptible; aquello se había convertido en una droga con la que toda su adrenalina se mantenía en ebullición. Estaba vivo, más vivo que nunca; era como si su alma absorbiese toda la energía de aquel cuerpo moribundo que yacía en el suelo víctima de los más atroces sufrimientos.
El destino de Miguel había sido grabado a fuego muchos años antes por el bolígrafo del hombre que escribió los nombres de los niños que serían compañeros de Sami en el colegio; niños cuya naturaleza es cruel pero no perversa. Muchos destinos se escribieron ese día.
A los pocos minutos volvía a despertar, pero ya no era él, sino el zombie de unos restos humanos tirados como harapos en un suelo inmundo. Se había convertido en un despojo que no acertaba a encadenar dos pensamientos seguidos, y con el dolor punzante que comenzaba en su pierna y se extendía por cada centímetro de su cuerpo, palpitando una y otra vez, cubriendo absolutamente todo de rojo y negro.
La única palabra que tenía residente durante todo el rato era muerte, y la certidumbre de que vendría tarde o temprano de las manos de aquel chiquillo tarado, ahora convertido en monstruo.
Nunca se sabrá si las palabras que pronunció en aquel instante las había conseguido reflexionar con suficiente lucidez, pero las dijo con voz firme y lágrimas en los ojos: por favor, mátame ya.
Y con un juguetón cosquilleo en el estómago, Sami se dirigió a su mesa de trabajo para coger unas correas, trapos, y su última mejor amiga: la sierra de amputar.
Mientras se acercaba con paso calmado al cuerpo de nuevo inconsciente de Miguel, saboreando cada segundo, dirigió la mirada hacia el fondo de la estancia y con una alegre sonrisa dijo: Qué bien, me alegro de que hayas despertado justo a tiempo, Alicia.
Comentarios
Este niño... no tiene altura
Un abrazo
Un saludo
BESIITOOOSS GUAPOOOO¡¡¡
Muy bien escrito...
Muchos besos.
Escribes muy bien Oscar.
Un beso
Es casi la secuencia del niño robot, es casi sus memorias homicidas, la humanidad que lo trajo al mundo fue la misma que lo deshumanizó, como bien he podía ver desde las otras hitorias con este mismo personaje. Que ya forma parte de una presencia en tus personajes, muy interesante, quiero leer más sobre él. Sabes muy podría hacerse una historia para movie. Me encantó, besos
Te leí la anterior entrada fue excelente muy erótica...
Un besito y una estrella.
Mar
besitos nos vemos en un ratico
Un besazo!
Esto es más fuerte que el tequila jeje
Un besito.
Besicos
Creo que estaba intentando aplazar decir adiós a todo el mundo. Me muero de ganas epro joder, como impresiona pensar qe mañana estaré en otro continente!!
Imprimí tu historia para leerla en el avión,porq ahora debería estar acabando las maletas en lugar de corriendo, mandar besos y abrazos a todo el mundo. Seguro mientras la leo se me pone cara de póker y hago flipar a más de uno.
Cuídate mucho estos meses. Tendrás noticias mias, y yo tuyas, espero.
Y sin más. Qe no se si estoy cagada, ñoña o tontadelhaba, qe dice mi madre.
Ya sabes cómo encontrarme, aunq esté a 14mil km.
Un abrazo enorme! Guardame un hueco a la vuelta! Mua
Pues imagínate lo que habrán pasado ellos Ayla.
Mamen, las personas nunca dejan de sorprender.
Creo que sí será capaz Ana.
Gracias Lucina. Un beso.
Es complicado Mixha y no se como acabará, pero de momento hay historia.
Y lo seguirá siendo por algún tiempo Mar :P
Siesqueeee, no todo puede ser romanticismo Rakel, además ayer tenía espíritu asesino jaja.
Qué va Nebulina, tu no fuiste a su clase jaja, puedes estar tranquila.
El tequila lo que pasa es que es más... apetecible en según qué casos Ana : )
Stephen King lo dudo Ramón, me falta mucho talento aún, pero no está mal hacer un intento :)
Así es Despe, quién será Alicia???
Es otro tipo de placer Belén, ellos lo entenderán a su manera.
Cristi no me digas eso!!! Espero que por allí tengas conexión y me cuentes tus peripecias, que seguro que serán muchas.
Espero que todo te vaya genial y te veamos de vez en cuando por este mundillo.
Un fuerte abrazo a tod@s
Buena narración.
Este niño robot se ha convertido en una pesadilla!!! Gracias por leerme.
Un beso.
Estas hecho un artista!!!!
Un besazo
(haber si también llega la continuación de limon, tequila y sexo :-P)
Yo nací en la cara mala,
llevo la marca
del Lado Oscuro
No seas muy cruel con Alicia... xD.
Un besito.
Por suerte esto es solo un relato, y yo aprendi a salir adelante y defenderme con la mejor de mis sonrisas. Ojala pudiese conocer a todos los Sami que hay por el mundo y hacerles ver que sonreir tambien apacigua las voces interiores, las miserias y las tristezas.
Me gusta el ambiente que creas; la tensión. Y lo del grito del comienzo; desde el interior y buscar el motivo en el exterior, como siempre. Síps.
Abrazos terrorosos (la verificación de palabra es "tilin":)
Falta sólo "Stuck in the middle with you"... O algo así.
:S
Besos!
Un abrazo
Se me han puesto los vellos de punta.
Te dejo un beso.
Tremendo el niño Sami. ¡Que manera de descargar en los demás sus propias frustraciones!. Es una especie de ley del Talión...
Sigue escribiendo así de bien y, como dice Alatriste, te convertirás en el próximo Stephen King (al que por cierto he leído mucho hace años)
Besitos
Y tú tampoco,tú estás a otro nivel donde no llegan los ascensores ni ningun elevador...
Sigues siendo enamorable.
B(v)esos.
Yo creo que también la llevo inkilina.
Alicia veremos a ver... de momento tiene la cosa chunga Lorena.
La infancia muchísimas veces marca la personalidad en años venideros Rizosa, por eso hay que tener cuidado con lo que uno desea siendo niño; de todas formas, tu has salido airosa... :P
AntWaters, la pierna y el pene son organos a los que hay que tener cariño... Lo de la palabra de verificación es curioso, a mi me han salido algunas que dan que pensar....
Como ya te dije Cris, no comprendí bien tu comentario, pero ahora sí, y la peli tengo pendiente verla desde hace tiempo. un besazo : )
Que tengas suerte con el trueque, Trueque jeje.
Pesadilla de la que aún quedan capítulos Marisa :P
Pobre robot Lys, espero que no sintiera nada.
La ley del talión no conoce límites Elen, y menos para un loco sádico.
Exacto Poker, entre gustos... quizás esta tenga más "chicha".
Bueno... creo que está dentro de los límites Marta, aún no he entrado en detalles escabrosos, ni creo que lo haga...
Uys Pepa Luna, antes de publicar este comentario he pensado, voy a actualizar por si acaso hay alguno nuevo... y me encuentro el tuyo!!! Qué alegría! Otro besazo de esos
Un abrazo a tod@s
Fuera ya de bromas, me ha encantado y esto de que vaya saliendo por entregas me tiene enganchada!!!
Un besote enorme pa ti y pal nene robot nada por malo!je
La muerte, en cualquier caso,puede ser un descanso.
Un saludo.
En cualquier caso, lo narras perfecto y como siempre, me encanta tu forma de escribir; en este caso me da miedo.
Y, hablando de otros temas, ¡felicidades por tu premio! Tenías que ser tú; me encantó desde el primer momento, además es "muy tuya".
Un beso
Muchos besos.
Me gusta como escribes, toca fuerte la angustia en este relato.
Un beso.
Seguirán las entregas, creo Clarita : )
Border, Alicia ya está despierta, y mi bolígrafo lleno de tinta jeje.
Gracias Reina, eres un cielo.
Ana, ya sabes, gracias.
Merce, es la inspiración, otras veces no se me da tan bien.
Un beso!!
creo que me gusta... casi casi que le estoy tomando cariño...
Roxx
Pd: me recordó a Epitafios, una serie muy buena que daban hace un tiempo creo que por TNT...