Aridez y muerte

Inmensidad reseca en un horizonte sin futuro. Caminos duros, áridos, que duelen en mis pies y en sus entrañas, sin lágrimas que derramar.

Vidas que escapan del infierno, huyendo de la tristeza y la muerte, muerte que les espera un poco más adelante.

Pastos sin fruto, árboles sin hojas, piedras sin sombra.

La negra realidad de quien no tiene corazón ni sabe respetar la vida de quien se la ofrece, ni la suya propia.

Devasta, quema, pudre y maltrata, hasta convertir todo en un árido desierto ambarino y deslumbrante por la inclemente luz que en su quemada piel se refleja, reflejando el desolador panorama que a su paso deja el ser humano.

Desprecio por todo y todos, desprecio por nosotros, desprecio lleno de codicia...

Morir mientras se es testigo de la muerte. Llevarnos con nosotros cuanta vida nos cruzamos. Hierba que sucumbe y no crece a nuestra espalda.
Cada vez menos espacio y más devastación.

Somos las termitas que devoran el árbol y lo matan para morir con él...

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