Caminante
Me desplacé por un camino negro con fuego entre mis dedos y cenizas en mi aliento.
El sol se despidió del mundo ocultando entre nubes de azufre todo rayo de esperanza; toda luz de vida.
Observé flores marchitas, árboles secos y animales moribundos alimentándose del hedor de la muerte que les acechaba mientras el cielo escupía ácido con desprecio; su ira se había convertido en venganza contra sus maltratadores.
Despojos humanos me miraron aterrados desde el suelo con ojos inyectados en su sangre, arrastrándose entre llantos y súplicas a un planeta que ahora es puro odio hacia sus pobladores, levantando una mano entre la niebla que cubría una atmósfera gris; miradas de incomprensión antes de morir asfixiados por su propio miedo.
Esto es lo que nos tenías preparado.
Los bosques ya quemados volvían a arder entre vientos rojos arrasando todo rastro de vida; al tiempo que por las venas del planeta circulaba veneno ennegreciendo las cavernosas entrañas de una naturaleza muerta, surgiendo por heridas que antes eran manantiales, sangrando entre lavas y podredumbre los poros agrietados de su piel desertizada.
Caminé triste entre la sangre de las calles apagadas e infestadas de cadáveres verdosos, entonando el requiem por la alegría perdida, por la savia consumida.
Y vi el arrepentimiento tardío de la necedad humana; señalé sus errores pero no los enmendé porque el tropiezo forma parte del andar; los huesos sueldan, pero el tiempo mata y no perdona.
Su destino se escribió con palabras execrables en la superficie de un odio que siguió creciendo hasta hacerse más grande que el propio mundo; desprecios disparados a los ojos de unos y otros; maldiciones; rencores; envidias alimentaron la negrura de un alma acechante y corrompida que ahora observa satisfecha el miedo, el hambre y la sed por la esperanza agotada de una generación perdida.
Los lagos se habían secado y en los mares soplaban sin clemencia vientos huracanados inundando de salitre las atlántidas del globo.
La muerte se cobraba la estancia de forma anticipada por demolición. Todos y cada uno hacían cola porque había llegado la hora de pagar con su vida el haber sido inquilinos ingratos de su posada.
No hay jinetes; ni apocalipsis con soles cubiertos de crin o lunas de sangre.
No hay sellos para abrir o cartas que leer si no hay letras que escribir o dedicatorias que hacer.
El sol se despidió del mundo ocultando entre nubes de azufre todo rayo de esperanza; toda luz de vida.
Observé flores marchitas, árboles secos y animales moribundos alimentándose del hedor de la muerte que les acechaba mientras el cielo escupía ácido con desprecio; su ira se había convertido en venganza contra sus maltratadores.
Despojos humanos me miraron aterrados desde el suelo con ojos inyectados en su sangre, arrastrándose entre llantos y súplicas a un planeta que ahora es puro odio hacia sus pobladores, levantando una mano entre la niebla que cubría una atmósfera gris; miradas de incomprensión antes de morir asfixiados por su propio miedo.
Esto es lo que nos tenías preparado.
Los bosques ya quemados volvían a arder entre vientos rojos arrasando todo rastro de vida; al tiempo que por las venas del planeta circulaba veneno ennegreciendo las cavernosas entrañas de una naturaleza muerta, surgiendo por heridas que antes eran manantiales, sangrando entre lavas y podredumbre los poros agrietados de su piel desertizada.
Caminé triste entre la sangre de las calles apagadas e infestadas de cadáveres verdosos, entonando el requiem por la alegría perdida, por la savia consumida.
Y vi el arrepentimiento tardío de la necedad humana; señalé sus errores pero no los enmendé porque el tropiezo forma parte del andar; los huesos sueldan, pero el tiempo mata y no perdona.
Su destino se escribió con palabras execrables en la superficie de un odio que siguió creciendo hasta hacerse más grande que el propio mundo; desprecios disparados a los ojos de unos y otros; maldiciones; rencores; envidias alimentaron la negrura de un alma acechante y corrompida que ahora observa satisfecha el miedo, el hambre y la sed por la esperanza agotada de una generación perdida.
Los lagos se habían secado y en los mares soplaban sin clemencia vientos huracanados inundando de salitre las atlántidas del globo.
La muerte se cobraba la estancia de forma anticipada por demolición. Todos y cada uno hacían cola porque había llegado la hora de pagar con su vida el haber sido inquilinos ingratos de su posada.
No hay jinetes; ni apocalipsis con soles cubiertos de crin o lunas de sangre.
No hay sellos para abrir o cartas que leer si no hay letras que escribir o dedicatorias que hacer.
Comentarios
Un beso sin mordiscos ni lengua ni venenos, sólo cariño.
Muchos besos.
Un beso.
Cada destello de ira, de despreocupación, de insolidaridad nos acerca un poquito a ese mundo que cuentas. ¡Que triste!. Besotes
Besos alegres pues.
besos
La humanidad, a pesar de los pesares, sabe hacer cosas maravillosas ¿no?
;(
Me ha encantado Oscar, espero que dentro de algún tiempo siga todo igual, podamos seguir disfrutando de bellos paisajes, flores de ensueño, criaturas adorables habitando en él y por fin, nos demos cuenta de que nada dura eternamente sino se cuida, sino se quiere, sino se ama!...
Un besote enorme cielo
Ana, hoy tocaba eso...
Verdades que ya estamos viendo cumplidas Agua.
Siempre se puede curar si se pilla a tiempo Ana, y creo que aún estamos a tiempo.
Y destellos de esos hay muchos, cada día más por desgracia Elen.
Me alegra leer eso Cris, yo echo de menos tener más tiempo para dedicarlo a leeros más a menudo :_(
Todas las veces lo son Belén.
Claro que lo sabe hacer Ayla, yo no he perdido la esperanza, también me niego aunque a veces lo vea.
Ya verás como sí Clarita, podremos disfrutar porque las personas aún pueden hacer cosas buenas.
No lo será MIMI, yo también lo sé... o deseo saberlo.
Muchas gracias Mareaxe, significa mucho para mi que te haya gustado tanto. Léelo cuantas veces quieras.
Un beso grande y fuerte.
TE TRAIGO UN BESAZOOOO ENORMEEEE¡¡
porque
es realismo puro
aca no hay ficcion
se nos muere la vida
y nosotros no hacemos nada
ciegos estamos q no somos capaces de sabernos culpables y unicos heroes de este naufragio, que sin saberlo
es propio
un abrazo
Como tus escritos de pasión.
Un beso (cálido)
Besazo Oscar.
Magistralmente en su desesperación, con esas descripciones tan... duras!
Tendré que salir bajo el sol para cargarme de energía y ahuyentar las sombras que me han dejado tus frases. Lo dicho, una obra preciosamente triste.
Un besazo.
Esperemos que aún quede un poco de cordura.
Moitos biquiños.
si hablamos de: azufreee...rayos...flores marxitas...animales moribundos...sangre...muerteee..y una largo etc...
estamos en el infierno...nos hemos creado un infierno...?????
mmm...intentemos crear buenas vibraciones...intentemos pensar en positivoo..MUXA SUERTE...mmmmm...dentro de poco estaras liberado..y te tendremos por entero por aki...y con historias mas alegresss...
besitos caminantes...jajaja...
Y, hago bien. En dos días me ha descubierto dos lugares que merecen la pena.
El final del hombre puede que esté cerca y puede que no.
La tierra es sabia. Si ha de suprimir una especie, lo hará, si tiene que regularla, lo hará y si puede sobrevivir con ella, la dejará existir.
No creo que el fin de nada esté en manos del hombre. Eso sería darle el papel que ha querido tener siempre. El poder sobre la vida y la muerte, el sentirse superior.
Bueno, es mi idea, nada más :)
Un beso grande.
Gracias Oscar, me encato verte por alla! mil besos.
Interesante texto y muy certero. Besos, Óscar.
Sólo me queda decirte que has sido un gran apoyo estos días, encantadísima de compartir contigo mis historias, mis minutos musicales,... mi día ;)
Muaksssssssssssss!!!!
un abrazo!!
Este texto lo escribí en un día en el que tenía el ánimo algo decaído. ¿Se nota? jeje.
Un abrazo enorme!!