Suicidio (parte III)

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anteriormente a ésta existe una primera y segunda parte de la historia. Si no las leíste, no te recomiendo seguir hacia abajo.








- III -

La reacción de los operadores no se hizo esperar: cortaron la llamada de forma inmediata. Sin embargo, la siguiente decisión era crucial, pasar a publicidad o esperar la improvisación del locutor. Cualquiera de las dos opciones podría ser nefasta, la primera confirmaría lo que todo el país creía haber escuchado, la segunda dependería de la argucia y reflejos de un locutor totalmente anonadado.
El silencio aumentaba la tensa situación por cada segundo que pasaba. Finalmente, una vacilante voz puso fin al trance:

-Estimados radioyentes, creo que podemos afirmar que se ha tratado de una broma cruel por parte de alguien sin nada mejor que hacer.
Esperamos, caballero, que esté usted muy divertido, pues ha logrado poner en tensión a medio país. Sin embargo, quisiera añadir que este tipo de bromas no son más que una macabra fuente de inspiración para personas sin escrúpulos.
Me informan de que tenemos varias llamadas en espera, y según parece, una de ellas proviene de nuestro amigo que, como ya imaginabamos, no tenía más intención que hacerse notar. Bien. Si no les importa, y aunque no debería, le voy a dar la oportunidad de explicarse.
¿Está usted ahí caballero?

-No por mucho tiempo.

-Eso no hace falta que lo jure, si me permite. Tan sólo le vamos a otorgar unos segundos para que nos cuente por qué motivo ha hecho tal cosa. ¿Qué le ha movido a ello?

-Por supuesto, para eso he vuelto a llamar; les diré lo que todos necesitan oír: ¿Saben algo? Ustedes no me han aceptado la segunda llamada para escuchar una explicación o una disculpa, sino porque saben que gracias a mi llamada, toda la gente está ahora pegada al sillón escuchando atentamente a un loco que tiene intención de suicidarse. Están esperando a ver qué ocurre, porque nuestra naturaleza morbosa y nuestras miserables y tristes vidas necesitan algo de acción que rompa con la rutina de todos los dias, repitiéndose una y otra vez, como si se tratase de aquella película de Bill Murray, estoy seguro de que todos la recordarán.
No tienen nada, ellos escuchan por inercia y vosotros habláis por rutina, porque tampoco tenéis nada que contar, ni os complicáis en intentarlo siquiera.

-Estás sugiriendo, o eso creo adivinar, que tú sí tienes cosas interesantes para contar, sin embargo llevas un rato hablando de lo mismo. Todas tus palabras se pueden resumir en una: resentimiento.

-Estoy diciendo que esa es una de las muchas razones por las que he perdido las ganas de vivir, y sí, realmente tengo intención de quitarme la vida, pero lo haré cuando cuelgue el teléfono, porque no quiero dar la satisfacción a todos esos carroñeros de escuchar e imaginar cómo me vuelo la cabeza. Pues al contrario de lo que pensabas, no soy yo quien al llamar con palabras de suicidio siente complacencia, sino ellos, los que al escucharme han sentido una punzada en el corazón, una descarga de adrenalina y, por qué no, cierta excitación. Y eso les ha hecho querer llegar hasta el final, experimentaron un pequeño éxtasis al escuchar el disparo, y en consecuencia han sentido decepción al oírte decir que no era más que una broma.

-Señor, ¿tiene usted familia, hermanos, amigos, mujer o novia?

-¿A qué viene esa pregunta? ¿Ahora de repente me tratas con condescendencia y dejas de tutearme?

-Solo intento hacerle... perdón, hacerte ver que si bien, hay cosas por las que se le quitan a uno las ganas de todo, también hay otras muchas, y más importantes, por las que merece la pena seguir adelante.

-Mire, estoy muy cansado, había llamado para hablar unos segundos y esto se está alargando demasiado. Llevo muchos días sin dormir; todo lo que puedas decirme para darme ánimos, para intentar hacerme cambiar de opinión, ya lo he pensado y reflexionado. Amigos: claro que tengo; familia también. Soy una persona totalmente normal, como usted; he vivido una infancia feliz, mis padres no me pegaban, al contrario, me trataban con dulzura; en mi juventud viví las mismas situaciones que cualquier adolesciente, sin sentirme desplazado ni rechazado; tuve novias, sexo, amor. Como ya te he dicho, no soy un amargado que ha tenido una horrible vida, y si lo fuese, quizás no querría quitármela.

-No te ofendas, pero quizás alguien con experiencia en estos casos podría ayudarte, un psicólogo.

-No es un psicólogo lo que necesito, sino una muestra real de que aún queda algo bueno en este mundo. ¿Sabe lo que es la muerte dulce?

-Algo he oído sí. Algo relacionado con el gas.

-La muerte dulce ocurre cuando una persona inhala monóxido de carbono durante el suficiente tiempo. Cuando por cualquier causa, este gas desplaza el oxígeno hasta sustituirlo, la persona que lo esté respirando puede no darse cuenta, hasta que queda profundamente dormido y muere. Es inodoro, incoloro e insípido, y la sensación que produce es sueño, parálisis y finalmente, la muerte. No te enteras, de ahí el macabro nombre.
Bien: en este momento me encuentro en una habitación de aproximadamente nueve metros cuadrados, totalmente cerrada. Tengo una radio, con la que evidentemente os escucho, un teléfono movil y una estufa de butano. Resulta que la estufa, digamos que es defectuosa, tiene muchos años y no funciona bien, es decir, tiene un pequeño escape. Lo cual significa que poco a poco, la habitación se irá llenando de ese letal gas. De hecho, ya lo estoy respirando.
Como ya podrás imaginar, lo de la pistola ha sido un pequeño truco casero. Quiero quitarme la vida, pero no soy tan tonto como para querer averiguar cuántos segundos es capaz de sobrevivir tu cuerpo a un disparo, aunque sea en la cabeza; debe ser horrible, ¿Verdad?
Hace... perdón, hace aproximadamente veinte minutos que encendí la estufa, pero no se cómo de defectuosa es, así que debe quedarme poco tiempo. De hecho, cada vez me cuesta más elegir las palabras, con lo cual voy a resumir. Ahora colgaré el teléfono y esperaré... esperaré una llamada tuya. Dado que la tecnología avanza, mi número debe estar debidamente anotado en vuestro registro. Cuando me llames, personalmente y en privado, sin oyentes de por medio, te diré mi dirección y solamente tendrás que llamar a quien estimes oportuno para que venga a mi casa de forma urgente, tire la puerta abajo y me salve la vida. Así de simple. Realmente serás tú quien me la salve.

-¿Cómo sé que no es otra broma?

-Te advierto que cuando me interrumpes, haces que transcurra el tiempo y mis posibilidades disminuyan. Deberás confiar en mi, o dejarme morir. Si confías, probablemente me daré cuenta de que hay algo por lo que vivir. Si no lo haces, mi vida acabará sin más. La gracia está en que efectivamente, puede que sea una broma. Y si te sientes responsable de esto, ya me estarás matando de antemano.
Al final, de una forma u otra todos saldremos ganando. Si mis convicciones son erróneas, viviré; si son acertadas, moriré. Tú, hagas lo que hagas también, ya que si me salvas, te habrás sentido realmente útil por una vez, si no, intentarás autoconvencerte de que todo era producto de una broma, y al final lo conseguirás. Y por último, los que escuchan en este momento sedientos de sangre: para ustedes hay algo especial, ya que ocurra lo que ocurra, en unos minutos nuestro querido locutor dirá que la vida ha triunfado, que la persona en cuestión ha sido rescatada y vivirá; pase lo que pase, ¿saben por qué? porque lo correcto es dar una imagen optimista y ahorrar malos tragos. No conviene a la imagen de una marca, en este caso la emisora de radio dar una sensación de fracaso. Así que, a todos ustedes les quedará la sensación de haber perdido el tiempo.
Y con esto termino. Buenas noches. Ha sido un placer.
Y recuerde, no me queda mucho. Mi vida depende de una buena y desinteresada acción.

Cuando se cortó la llamada, todos quedaron espectantes, esperando una tercera conversación de aquel loco, o el anuncio de que lo habían hallado muerto junto a un teléfono.
Minutos más tarde el programa siguió su curso sin volver a repetirse la esperada llamada. Finalmente el locutor anunció que gracias a la rápida intervención de los servicios de emergencia, se pudo rescatar a un hombre de mediana edad que se encontraba en avanzado estado de intoxicación por monóxido de carbono.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Woh, tremendo tio, me encanta. Por cierto, genial alusión a "El día de la Marmota".

Espero el próximo

Saludos
THEbatzuk ha dicho que…
Vaya, está excelente. Felicidades
Anónimo ha dicho que…
Está estupenda la historia. Vaya que bien nos has mantenido intrigados hasta el final. Menos mal que lo rescataron a tiempo...

Un saludo.
Anónimo ha dicho que…
Yo no creo que lo salvasen, simplemente dijeron lo que el ya habia predicho. No se dice en ningun momento que le devolvieran la llamada como el les pide, y aun y asi igual no llegaron a tiempo o no fue capaz de decirles donde estaba...
Calderas Junkers ha dicho que…
La historia es de lo mejor

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