Suicidio (parte II)

antes de continuar... si no leíste la primera parte, la puedes leer en Suicidio







- II -

-No es justo que me quiera hacer responsable de algo tan horrible. Yo solo deseo ayudarle, servirle de apoyo, charlar un rato sobre cualquier cosa que desee, ofrecerle alternativas. No quiero ningún trato. Le estoy pidiendo que por favor reflexione, sin otras consecuencias. No trate de hacerme cargar con la culpa y el remordimiento.

-Habla de responsabilidad. No amigo. Puede estar tranquilo, nadie será responsable de mi muerte. Es más, ni yo mismo lo soy. Mi existencia en este mundo ya se ha consumido y la responsable no es otra que la propia vida. Nuestro nacimiento supone una alegría para todo aquel que nos rodea, satisfacción por haber traído al mundo una personita que tendrá miles de posibilidades en un futuro. Pero ahí está el problema, esas posibilidades van menguando a medida que crecemos. Nos lo dan todo hecho y cuando adquirimos cierta edad, nos dicen que ya es hora de valerse por sí mismo, que es muy sencillo, sólo hace falta un poco de valor y constancia: ¡Y una mierda!

-Discrepo respecto de esa opinión. Usted está mirando el vaso medio vacío. Efectivamente, nadie te regala nada en este mundo, pero todo se puede conseguir con constancia, antes o después.

-¿Todo? ¿Sabe una cosa? Ese es el problema de esta sociedad, nos pintan un mundo maravilloso en el que todos pueden ser lo que se proponen. Publicidad engañosa: patrañas.
¿Qué me dice de los miles de profesores titulados trabajando como camareros; abogados llevando la contabilidad de pequeñas empresas; ingenieros trabajando como informáticos e informáticos tirados por los suelos metiendo cables en las paredes?
Qué bonito es estudiar, qué prometedor futuro te dicen, que tus padres se deslomen para pagarte unos libros que cuestan cientos de euros porque las editoriales tienen comprado al sistema educativo, años enteros recibiendo una educación subdesarrollada en un país supuestamente desarrollado, para acabar con un título colgado de la pared recordándote lo miserable que es tu existencia cuando vuelves a casa después de trabajar diez horas como aprendiz o becario, o en el mejor de los casos, auxiliar.

-Ya veo lo que le ocurre entonces, pero no todo el mundo vive así. Hay muchísima gente que consigue sus metas.

-Sí claro, y de esos, el noventa por ciento son amigos, enchufados, parientes, vecinos: todo chanchullos. ¿Qué nos queda? Un diez por ciento que realmente consigue lo que se proponía. ¡Bravo!

-Muy bien caballero. ¿Quieres que te diga lo que pienso? Estás resentido y vuelcas tu furia con el mundo. Tú mismo lo has dicho antes con sarcasmo, quieres hacerte notar y la única forma es llamar a un programa de radio con cobertura nacional para decir algo que, dudo mucho, tengas intención de cumplir.

-¿Ah no? ¿No tengo intención? ¿Me estás retando?

-Al principio igual podía pensar que sí, pero ahora estoy convencido de que no es así, no tienes ninguna inten...

Antes de terminar la frase, sonó un instantáneo estruendo al otro lado de la línea que todos pudieron asociar inmediatamente: el sonido de un disparo.



continúa en Suicidio (parte III)

Comentarios

THEbatzuk ha dicho que…
¡No!, me has dejado en suspenso, luego regreso para saber el final.
Anónimo ha dicho que…
Pues yo también me he quedado intrigada asi que volveré. algo me hace pensar que ese ruido no significa que se haya suicidado.
Bueno, espero que no.

Un saludo.
Oscar García ha dicho que…
Gracias por visitar mi blog. Me alegro si os ha gustado. Espero que os guste la tercera parte.

Más leídas

El cementerio de la nostalgia

Ojos tristes

Horizonte ambarino