Desquitar(nos)
Apoyó la cabeza en la almohada, tumbado, casi sin respirar, y observando la sinuosidad de sus curvas se preguntó por qué es tan extraña a veces la mente humana. Siempre, durante todos los años que la conocía había pensado que la atracción que sentía por ella era puramente sexual. Despertaba su libido hasta límites insospechados; le hacía imaginar situaciones de todo tipo cuyo final era todas las veces el mismo: una explosión descontrolada de espasmos musculares concentrados en el centro de todos sus deseos. Y su imaginación iba muy lejos. Aunque repitiese el final, siempre cogía distintos caminos. Lo extraño al principio es que nunca se hubiera imaginado la situación que tenía ahora ante sí como algo real. Nunca por las circunstancias, suyas y de ella; y porque siempre la vio inalcanzable. Y sin embargo, giros del destino ahí estaba, tumbada en su cama, completamente desnuda, ligeramente ladeada; piel bronceada, suave, con el contorno del bikini ligeramente marcado en un tono...