Volar

La vida se le resbalaba entre los dedos buscando su candela, memorizando en fotogramas cada movimiento y encandilándose con una luz que sólo él veía brillar.

Desterraba su existencia por la boca, a través de suspiros de añoranza y melancolía, recorriendo la superficie de su piel, y exhalando los nervios de su locura, y la fatiga de noches veladas llenas de pensamientos en una sola dirección: ella.

Ella. Cansada de vivir sin haber vivido. Harta de esperar ver cumplidos unos sueños simples, pero demasiado complicados para un mundo extremadamente superficial y egoísta, cerraba los ojos en su cama para volar; despertaba la utopía de ese universo paralelo y veía su vida resbalar por la superficie de su piel.

Los suaves surcos de sus huellas dactilares fueron entrando en contacto con cada poro de una tez morena y temblorosa, sintiendo impulsos eléctricos provenientes de algún lugar lejano; notas de una melodía que dictaba el orden de sus movimientos pausados y marcaban el ritmo de su agitada respiración.

Se dejó guiar por los latidos cadenciosos de su corazón, desnudando su cuerpo lentamente en la oscuridad de una habitación convertida en escenario de una nueva fantasía.

Él seguía velando por los sueños de un alma ajena; ajeno a que al otro lado de sus pensamientos un cuerpo semidesnudo comenzaba a transpirar deseos lascivos conectados a cada uno de sus anhelos.

Ella era el centro de toda su atención, el punto sobre el cual fijaba cada imagen de su mente; y los impulsos eléctricos trascencían más allá de su propia naturaleza material, haciendo aterrizar deseos febriles que recorrían su cuerpo lleno de lascivia.

El pelo comenzaba a humedecerse por el calor que desprendía su interior, mientras palpaba su ya humedecido sexo delicadamente con unos dedos expertos, sintiendo el cosquilleo de las sábanas recorriéndola.

Las paredes se abrían, y la oscuridad transmitía destellos a través de los huecos que la dejaban escapar en su ensoñación, perdiéndose por momentos de ese mundo material.

Respiraba con fuerza, acariciándose impaciente para acallar los gritos de su piel. Abría los labios recorriéndolos con su lengua, mordiéndose con rabia mientras contraía su abdomen con fuertes sacudidas que la atravesaban de arriba abajo.
Su columna se convirtió en una montaña rusa, retorciéndose en oleadas desenfrenadas de placentera locura.
Continuaba haciendo magia con los dedos, al tiempo que la otra mano palpaba con creciente intensidad todo su cuerpo, aliviando las descargas con las que se derretía entre las sábanas.
Y las entrecortadas respiraciones fueron jadeos que rebotaban en el techo.
De repente sintió la piel desnuda de otro cuerpo sobre ella, unos labios que la besaban y unas caderas que se introducían entre sus piernas penetrándola lentamente pero con fuerza; en una sacudida que fue deslizándose por su sexo mojado con facilidad; abriéndose paso poco a poco hasta lo más profundo de su ser y estimulando cada una de las terminaciones nerviosas de su interior, haciéndola contraer todos los músculos de su cuerpo entre gemidos y espasmos de placer... haciéndola tener un orgasmo íntimo y solitario acompañado de pensamientos distantes.

Cuando todo hubo terminado, ambos habían derramado un poquito más de su vida anhelando sueños difíciles, pero no imposibles.

Comentarios

Yurena Guillén ha dicho que…
Fantástico, Óscar.

Siempre te has manejado bien con estos textos.

Un beso.
Anónimo ha dicho que…
Descripción precisa, pero personalmente sólo la he sentido con la persona que he amado. Seguramente has amado de verdad y pudieste transmitir en letras algo tan bello. No te conozco, pero me atrajo la objetivdad de tu relato rodeado de pulcra fansasía. Identifica y deleita. Gracias
Erica
alicia ha dicho que…
Que maravilla.......
cita seguridad social ha dicho que…
Escribes muy bien y consigues engancharme a tus relatos. Mis mas sinceras felicitaciones.
tuenti ha dicho que…
Consigues lo que pretendes conseguir...eres increible..

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