Diez segundos
Aquel siseo penetró en los oídos de cada uno de los presentes como el macabro preludio de un final marcado por el golpe certero y milimétrico que debía culminar el acto.
No había posibilidad de fallo, y en algunas caras se reflejó la sonrisa de satisfacción propia de una mente liberada, expuesta durante mucho tiempo a la tensión de un miedo provocado por habladurías sin constatar. De asesinos, ladrones y demás calaña. Escoria de una sociedad ya de por sí sumida en la inmundicia y la incultura.
El golpe final sonó como hueco, similar a un martillo de madera aplastando una oliva justo en el momento en el que la presión raja la carne para terminar golpeando el hueso contra la superficie de abajo.
Toda la escena se desarrolló en segundos, y el regodeo del momento preliminar supo a poco, la sensación posterior fue de que todo había acabado demasiado rápido. Los esputos confirmaron que aún quedaba tensión por descargar; cuando se escupe al suelo es para terminar de expulsar el mal sabor de boca que ha quedado tras liberar parte del odio, y así deshacerse del resto.
El tiempo puede transcurrir deprisa, o indescriptiblemente lento y doloroso.
Desde arriba todo desprendía un olor distinto. Se podía percibir la sangre reseca mezclada con la humedad y un nauseabundo aroma a podredumbre que estuvo apunto de hacerle vomitar. Lo percibía como si se lo hubiesen puesto a un centímetro de la nariz, todo mezclado; y mientras olía, escuchó los gritos de histeria, distantes pero claros. Casi podía oír los pensamientos de los centenares de personas que se agolpaban alrededor. Sin embargo se encontraba en la más absoluta penumbra; un manto de oscuridad lo inundaba todo, haciendo que cada uno de los restantes sentidos se agudizase.
Un temblor incontrolado le invadió ante la inminencia de lo que se avecinaba, incapaz de controlar sus impulsos pudo sentir en sus propias carnes el por qué de aquel terrible olor bajo sus pies.
Fue una sensación extraña. Llegado el momento, también Él escuchó el siseo, aunque de una forma diferente, y el golpe hueco lo sintió como un dolor agudo penetrando por todas sus terminaciones nerviosas durante un levísimo instante; después el mundo comenzó a dar vueltas al tiempo que quedaba privado de casi todo lo que había sido momentos antes.
(...uno...)
A estas alturas ya había muchas sonrisas satisfechas y esputos de odio.
Una sensación horrorosa le oprimía el cuello. Su lengua parecía papel empapado en barro. Trató de mover las manos, zafarse, pero nada respondía, como si no existieran ya los brazos; y la presión continuaba aumentando.
(...dos...)
Sintió un instantáneo vacío en el estómago, arcadas, y espasmos, unos terribles espasmos que se expandían por...
(...tres...)
Angustia, la más espantosa claustrofobia que hubiese podido imaginar, multiplicada en la oscuridad asfixiante...
(...cuatro...)
Explosiones rojas y negras, luces y sombras, todo iba a estallar; el insoportable dolor volvió palpitando como un chirrido agudo, como agujas ardiendo incrustadas en todos los nervios de su cerebro... pero no podía gritar, ni moverse...
(...cinco...)
No le respondían los pulmones; el aire nauseabundo había desaparecido para transformarse en sangre, sólo sangre... y explosiones rojas...
(...seis...)
Se hundía, con terrible lentitud se hundía en las profundidades de un océano negro que parecía infinito...
(...siete...)
(...ocho...)
(...nueve...)
Ahora ya no había ruido, ni olor, y apenas dolor. Estaba llegando al fondo...
(...diez...)
Hay quien dice que es indoloro e instantáneo...
Otros dicen que tras la decapitación, la consciencia aún permanece durante algunos segundos.
No había posibilidad de fallo, y en algunas caras se reflejó la sonrisa de satisfacción propia de una mente liberada, expuesta durante mucho tiempo a la tensión de un miedo provocado por habladurías sin constatar. De asesinos, ladrones y demás calaña. Escoria de una sociedad ya de por sí sumida en la inmundicia y la incultura.
El golpe final sonó como hueco, similar a un martillo de madera aplastando una oliva justo en el momento en el que la presión raja la carne para terminar golpeando el hueso contra la superficie de abajo.
Toda la escena se desarrolló en segundos, y el regodeo del momento preliminar supo a poco, la sensación posterior fue de que todo había acabado demasiado rápido. Los esputos confirmaron que aún quedaba tensión por descargar; cuando se escupe al suelo es para terminar de expulsar el mal sabor de boca que ha quedado tras liberar parte del odio, y así deshacerse del resto.
El tiempo puede transcurrir deprisa, o indescriptiblemente lento y doloroso.
Desde arriba todo desprendía un olor distinto. Se podía percibir la sangre reseca mezclada con la humedad y un nauseabundo aroma a podredumbre que estuvo apunto de hacerle vomitar. Lo percibía como si se lo hubiesen puesto a un centímetro de la nariz, todo mezclado; y mientras olía, escuchó los gritos de histeria, distantes pero claros. Casi podía oír los pensamientos de los centenares de personas que se agolpaban alrededor. Sin embargo se encontraba en la más absoluta penumbra; un manto de oscuridad lo inundaba todo, haciendo que cada uno de los restantes sentidos se agudizase.
Un temblor incontrolado le invadió ante la inminencia de lo que se avecinaba, incapaz de controlar sus impulsos pudo sentir en sus propias carnes el por qué de aquel terrible olor bajo sus pies.
Fue una sensación extraña. Llegado el momento, también Él escuchó el siseo, aunque de una forma diferente, y el golpe hueco lo sintió como un dolor agudo penetrando por todas sus terminaciones nerviosas durante un levísimo instante; después el mundo comenzó a dar vueltas al tiempo que quedaba privado de casi todo lo que había sido momentos antes.
(...uno...)
A estas alturas ya había muchas sonrisas satisfechas y esputos de odio.
Una sensación horrorosa le oprimía el cuello. Su lengua parecía papel empapado en barro. Trató de mover las manos, zafarse, pero nada respondía, como si no existieran ya los brazos; y la presión continuaba aumentando.
(...dos...)
Sintió un instantáneo vacío en el estómago, arcadas, y espasmos, unos terribles espasmos que se expandían por...
(...tres...)
Angustia, la más espantosa claustrofobia que hubiese podido imaginar, multiplicada en la oscuridad asfixiante...
(...cuatro...)
Explosiones rojas y negras, luces y sombras, todo iba a estallar; el insoportable dolor volvió palpitando como un chirrido agudo, como agujas ardiendo incrustadas en todos los nervios de su cerebro... pero no podía gritar, ni moverse...
(...cinco...)
No le respondían los pulmones; el aire nauseabundo había desaparecido para transformarse en sangre, sólo sangre... y explosiones rojas...
(...seis...)
Se hundía, con terrible lentitud se hundía en las profundidades de un océano negro que parecía infinito...
(...siete...)
(...ocho...)
(...nueve...)
Ahora ya no había ruido, ni olor, y apenas dolor. Estaba llegando al fondo...
(...diez...)
Hay quien dice que es indoloro e instantáneo...
Otros dicen que tras la decapitación, la consciencia aún permanece durante algunos segundos.
Comentarios
No quiero imaginarme cómo será... solo espero que cuando llegue mi hora no me entere de nada.
Y ahora me voy a ver un capítulo de Pokemon o algo así, que me haga dejar de pensar en la muerte.... grrrrrr xD
Como siempre, lo relatas de forma genial
Besos
http://ungranmundodefantasia.blogspot.com/
Has descrito la escena de manera precisa y casi poética y has desenvuelto el texto con bastante solvencia y solidez.
Un beso.
Angustiosa la espera...
Besos.
Mar
Suerte en el concurso.
un saludo
(Beso)