Sobre miedos y destinos
Los disparos no les mataban; eran balas de desidia, rencor y vasos colmados, lanzados a propósito con desatino, para advertirse mutuamente de que la supremacía moral tenía un precio muy alto, tanto que ninguno estaba dispuesto a cederla costase lo que costase. Pero les dejaban huellas, marcadas a fuego con la pólvora de sus miedos; por cada odio escupido, una capa más de indiferencia y vuelta a empezar, como si nada. Un paso más hacia el interior del túnel por no mirar atrás y fijarse en que la entrada estaba cada vez más lejos; por no darse cuenta de que tampoco había salida. Los besos enmascaraban un amor que se extinguía, y lo alargaban con la artificialidad de un dia a dia acomodado en la rutina. Es amargo pensar que algo se acaba; duele como una punzada al rojo cada vez que el pensamiento de una realidad irrefrenable se hace presente, y nuestro instinto es apartarlo; esconderlo tras otra capa más de indiferencia, con la vana esperanza de un futuro mejor; un túnel con salida. Las l...