Gris
Cuando abrió los ojos sintió penetrar en su piel dolorida las punzadas implacables de toda la soledad del mundo, que vagaba libre ocupando el espacio que había descuidado el ser humano y se aprovechaba de las debilidades de todo aquel que decidía dejarse abrazar por sus tentáculos. Ya no había vuelta atrás, había caído por contagio; formaba parte de la larga fila de fichas de dominó que se fueron alineando voluntariamente para recibir el empujón final. Era abrumador; todo su interior se llenó en un instante de soledad y se sintió tan abatido que perdió cualquier atisbo de ilusión. La transición de un estado a otro fue extremadamente dura; saberse de repente un individuo aislado, vacío; era como caer en un abismo insondable hacia algo indeterminado. Todos al final acababan pasando por lo mismo; se había convertido en una pandemia imparable. La progresión fue geométrica desde que el egoísmo y la desidia fueron enraizando poco a poco en la mente de las personas, y el...