Volar
La vida se le resbalaba entre los dedos buscando su candela, memorizando en fotogramas cada movimiento y encandilándose con una luz que sólo él veía brillar. Desterraba su existencia por la boca, a través de suspiros de añoranza y melancolía, recorriendo la superficie de su piel, y exhalando los nervios de su locura, y la fatiga de noches veladas llenas de pensamientos en una sola dirección: ella. Ella. Cansada de vivir sin haber vivido. Harta de esperar ver cumplidos unos sueños simples, pero demasiado complicados para un mundo extremadamente superficial y egoísta, cerraba los ojos en su cama para volar; despertaba la utopía de ese universo paralelo y veía su vida resbalar por la superficie de su piel. Los suaves surcos de sus huellas dactilares fueron entrando en contacto con cada poro de una tez morena y temblorosa, sintiendo impulsos eléctricos provenientes de algún lugar lejano; notas de una melodía que dictaba el orden de sus movimientos pausados y marcaban el ritmo de su agit