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Mostrando entradas de agosto, 2010

Diez segundos

Aquel siseo penetró en los oídos de cada uno de los presentes como el macabro preludio de un final marcado por el golpe certero y milimétrico que debía culminar el acto. No había posibilidad de fallo, y en algunas caras se reflejó la sonrisa de satisfacción propia de una mente liberada, expuesta durante mucho tiempo a la tensión de un miedo provocado por habladurías sin constatar. De asesinos, ladrones y demás calaña. Escoria de una sociedad ya de por sí sumida en la inmundicia y la incultura. El golpe final sonó como hueco, similar a un martillo de madera aplastando una oliva justo en el momento en el que la presión raja la carne para terminar golpeando el hueso contra la superficie de abajo. Toda la escena se desarrolló en segundos, y el regodeo del momento preliminar supo a poco, la sensación posterior fue de que todo había acabado demasiado rápido. Los esputos confirmaron que aún quedaba tensión por descargar; cuando se escupe al suelo es para terminar de expulsar el mal sabor de b