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MI LIBRO :: Retales de un alma descosida

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The dream is just in my mind

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Y el aire vibraba, estremecía los límites de su entorno, intentaba escapar pero no lo dejábamos porque teníamos las ventanas cerradas.  La reverberación de aquellas notas, la música y el momento eran nuestros. Eran de quien los retenía y los hacía suyos. Nos pertenecían durante aquellos imborrables instantes. Tuyos y míos.  Eras todo lo que yo nunca seré.  Lo intento.  Por algún motivo me queda la melodía de esta canción que me ponías en el casete del coche. The dream is just in my mind. Siempre adelantado a tu tiempo, como si quisieras vivir deprisa los momentos que te iban a faltar, aunque no lo sabías.  No lo sabíamos.  Es un himno. Uno de tantos. Es mi reloj roto en los 90. Es el tatuaje en mi hombro izquierdo. MCMXCIX.  Y después de todo me alegra escuchar la música que forma parte de lo que fuimos cuando estábamos juntos. Tu música. Ese otro lazo que me ata a tí y no deja que te me escapes.  Y la necesito.  Y necesito tu recuerdo para conocerme un poco más.  Cada día trato de

Melodías (parte I)

Aquel que estaba antes.  Aquel que ocupaba sus pensamientos. Fue sincera. Leal consigo misma porque de lo contrario, la imagen que le hubiera devuelto el espejo al mirarse habría sido distorsionada, como los miles de reflejos incompletos que devuelve un cristal roto en mil pedazos. Las huellas de sus dedos quedaban marcadas, invisibles en las teclas del piano. Cada surco era una nota dirigida hacia quien pensaba al tocarlas, con una cuidada delicadeza, como una suave caricia. Apenas rozaba el marfil lo suficiente para arrancar un sonido cargado de miles de connotaciones, con el firme objetivo de penetrar en los oídos y el corazón de su destinatario secreto. Las palabras no vienen fáciles, pero la reverberación de una melodía interpretada con el alma puede resquebrajar los muros más sólidos, ablandar el caparazón de corazones mal curados y hacer caer el manto de cualquier miedo que esté nublando la mirada y la visión de un futuro que siempre es posible. Aprendía de uno, pero ella pensab

El fin del mundo

Detener el tiempo; permanecer en un bucle que en lugar de avanzar, da vueltas. Haruki Murakami escribió que existe el fin del mundo; un lugar donde no hay relojes, donde se puede vivir eternamente.  Aunque tiene un precio. Es el mundo que has construido en tu mente. En ese mundo estás tú, tu pasado y tal vez los sueños que nunca cumpliste. ¿Suena bonito? Te preguntarás cómo es posible. El cuerpo envejece. Los años pasan y llega un momento en el que dejas de ser. Te vas para quienes aún siguen aquí. Te lloran. En sus recuerdos estás tú, y en el mundo futuro que están creando (el suyo propio) tienes un hueco, de igual manera que ellos lo tienen en el tuyo. Así estamos relacionados con quienes forman parte de nosotros. Son las cuerdas invisibles cuya existencia aún no se ha podido demostrar. Porque en este lado no se puede. Seguirá siendo una teoría hasta que llegues a tu fin del mundo. Sólo entonces te darás cuenta de que todo está relacionado.  Cada fin del mundo es el comienzo de la in

La búsqueda de Dios

Y finalmente, los humanos crearon a Dios. Una entidad omnipresente, omnisciente e intangible. Para la extrema fragilidad y la insignificante consciencia de cada individuo este Dios resultó ser también omnipotente. Una deidad más allá de toda religión o creencia, y por primera vez, absolutamente cierta. Después de milenios de incesante búsqueda sin respuesta, cientos de creencias ya relegadas al pasado, muchas incluso olvidadas; revoluciones culturales y religiones monoteístas cuya deidad se centraba en la infinita benevolencia y comprensión de un ente superior, finalmente, compartiendo el espacio de la Fe que aún profesaban miles de millones, se elevó por encima del control de todo individuo una fuerza capaz de crear y destruir, de amar y de odiar; infinita de acuerdo con los cánones de comprensión humanos, pero tan etérea como el vacío más allá de la atmósfera. Esa fuerza, ese nuevo Dios no escuchaba al individuo, no concedía deseos personales, estaba fuera del alcance de los

Veinte

Todas las palabras del mundo quedaron sin un hueco en el que quedar escritas porque los renglones de aquella libreta recién empezada aparecieron de repente colmados de sinsentidos. Fue el día en que la ilusión se disipó entre los reflejos de aquel atardecer. Dicen que la nostalgia es la prisión del alma, y el precio para escapar de ella es renunciar al pasado. Susurros... ¿Los oyes? A veces necesito cerrar los ojos para sentir que siguen ahí; que nunca se marchan. Son las notas de una voz lejana que viaja colándose entre los pequeños resquicios del tiempo y me acompañan. Puedo escribir dos historias con los trazos dibujados por un solo lápiz sin que éste llegue a gastarse porque aún quedan muchas piezas que componer; relatar siguiendo una línea los destinos separados de dos vidas que confluyen zigzagueando casi sin llegar a tocarse y, sin embargo, permanecen unidas en un punto de inflexión, una coordenada a través de la cual se pueden encontrar fotogramas de una películ

Escapar

Alejarse en busca de cercanía.  Mirarse reflejado en el cristal de la ventana y entender que cada nueva arruga en la piel son los surcos trazados en busca de un camino por el que andar seguros y sin miedo. Tropiezos que enseñan que las vicisitudes de cada tiempo son lecciones aprendidas; piedras apartadas para no volver a tropezar. Ella decidió que cuando todo duele alrededor es mejor escapar, arrinconarse como un mimo que tiembla en la penumbra, abrazo a sus rodillas, por temor a no saber contagiar sonrisas. Aprendió de la forma más cruel que la crueldad a veces viene de quienes solo cabe esperar apoyo incondicional, y se sintió más sola que nunca. Se vio desconsolada cuando el consuelo que buscó le fue esquivo. ¿ Qué sabe nadie sobre lo que uno lleva por dentro ? Miraba buscando unos ojos de comprensión donde antes la hubo, pero le fueron negadas esas miradas que te dicen aquí estoy, caminando junto a tí aunque decidas coger el sendero más escarpado. Se sentó frent

Las flores azules

Dicen que por intrincado y azaroso que sea el camino, tenemos, siempre, un destino que nos atrae, al que nos dirigimos, que buscamos, y que acabamos encontrando. Sueños sobre sueños, presentes que se entrelazan con pasados y los envuelven; futuros que se construyen con historias. Habían dado el paso hacia lo que tantas veces estuvieron tentados, deseosos pero prudentes; encadenados por sus miedos. Se encontraban en algún lugar, apartado todo, olvidados ellos de cuanto representaba el día anterior y centrados en el presente. En la playlist sonaba una canción. Él apoyaba su cabeza en el pecho de ella, recostados ambos sobre una cama rodeada de decoración rústica. Los tonos ocres y marrones de la madera con que estaba hecho todo se iluminaban tenuemente por los destellos de la lumbre que titilaba al fondo y calentaba sus pies desnudos. Como el resto de sus cuerpos, pegados. No necesitaban nada, pero tapaban con una sábana el epicentro de su desnudez. Ya con las respiracio